RWC 2019

Todo lo que dejó el Mundial de Rugby de Japón

Todo lo que dejó el Mundial de Rugby de Japón

El mundo del rugby se despidió de Japón, el primero de los nueve mundiales disputado en el continente asiático. Fue el torneo de la amabilidad y la sonrisa del pueblo japonés, de los estadios llenos de enfervorizados simpatizantes, del Tifón Hagibis, los partidos suspendidos y de la hegemonía en el podio una vez más del hemisferio sur por sobre el hemisferio norte.

Fue el Mundial donde sorprendió el equipo local por su propuesta audaz y atractiva, donde decepcionaron Los Pumas, Australia, Irlanda, Escocia y Francia; donde los All Blacks cerraron un ciclo brillante de dos títulos seguidos y 18 triunfos mundialistas para terminar en el tercer lugar, y en el que los Springboks vapulearon a los ingleses para coronarse por tercera vez en la historia. De Japón quedará su cultura, el tren bala y sus redes de comunicaciones, los platos extravagantes y una organización con aciertos y errores.

Pero lo que sin lugar a dudas nadie olvidará será el corazón de su gente. Sufridos como pocos, levantándose de cada golpe como si fuera la primera vez y con esa sonrisa cómplice a flor de piel, hicieron que todos los que llegaron a tierras orientales, se sintieran como en su propia casa. Además, en un país en donde el rugby no es el deporte más popular, en el juego ofrecieron una de las demostraciones más nobles de los últimos tiempos, por su propuesta audaz que coronaron con una clasificación histórica para quedar por primera vez entre los ocho mejores seleccionados del planeta rugby.       


El juego

Como muchos habían anunciado antes del inicio del torneo, este fue el Mundial donde las defensas prevalecieron sobre los ataques. No hubo más allá del atrevimiento de los nipones, la solidez de Sudáfrica e Inglaterra, la vigencia de Nueva Zelanda y el buen juego con el pie de Gales, ningún equipo que revolucionara el sistema. Es más, tampoco hubo esta vez actuaciones deslumbrantes como la que acostumbraban a mostrar Nueva Zelanda o Australia, más allá de la paliza que los All Blacks le dieron a Irlanda en los cuartos de final o en el tercer puesto a los galeses. O de la enorme supremacía que impusieron los Springboks en la final ante los ingleses, que terminó con título sudafricano y 20 tantos de diferencia entre ambos seleccionados. 

Hubo pocos partidos que tuvieran al espectador atrapado o en vilo. Argentina-Francia, tal vez por la resolución apretada del final; Australia-Gales por lo vibrante hasta el cierre o los de Japón ante Irlanda y Escocia de la primera fase. Tal vez, la demostración inglesa ante Nueva Zelanda en la semifinal, por la contundencia en el desarrollo, más allá que el resultado sólo arrojó un 19-7, o la final que le dio el título a los Springboks. Hubo diferencias cada vez más notorias entre los equipos del Tier 1 y el Tier 2, con algunas excepciones como Uruguay y algunos otros seleccionados que dejaron mucho que desear.   


La revelación

Sin lugar a dudas, Japón fue la gran revelación del torneo. Velocidad, convicción y un juego de una intensidad en el ataque que deslumbró como una de sus principales virtudes. El entrenador neozelandés, Jamie Joseph, les dio una impronta y una identidad casi únicas. La comunión con su público fue fabulosa e hicieron vibrar y llenar los estadios para ver a su selección al grito de "nipon, nipon". En el campo tuvo figuras rutilantes como el capitán y líder neozelandés, uno de los nacionalizados Michael Leitch. Tal era la locura que generaba el tercera línea cuando agarraba la pelota, que cada vez que iniciaba una jugada, era aclamado por la multitud que lo alentaba y gritaba al compás de su apellido. Las corridas de los wingers, Kotaro Matsushima (el try-man japonés) y Kenki Fukuoka, terminaban en un estallido del estilo de una onda expansiva que hacía retumbar los oídos de todos los presentes. Matsushima anotó cinco tries, tres de ellos en Tokio, en la inauguración del torneo ante Rusia. En tanto, Fukuoka, apodado "Ferrari" por su entrenador, logró cuatro conquistas decisivas: la del triunfo ante Irlanda y dos en la clasificación frente a Escocia. El número once, luego de quedar eliminado ante Sudáfrica, anunció su despedida del seleccionado para continuar su vida como doctor. El goleador Yu Tamura (51 tantos), el medio scrum Yutaka Nagare, el hooker Shota Horie y el aporte de los “extranjeros”, James Moore, Luke Thompson, Wimpie van der Walt y Pieter Labuschagne, fueron vitales para hacer de Japón un equipo “grande” en el juego. Tal es así que fue el único que junto a Nueva Zelanda, Inglaterra y Gales pudo ganar todos los encuentros de su grupo y además se dieron el lujo de finalizar el Mundial en el ránking por encima de, por ejemplo, Argentina, Escocia e Italia.    

El triunfo ante Irlanda en Shizuoka fue uno de los grandes acontecimientos de la Copa del Mundo, tal vez comparable con el milagro de Brighton de cuatro años atrás, cuando por la RWC 2015 superaron a Sudáfrica. La definición del grupo ante Escocia fue uno de los momentos más emocionantes del torneo. Por lo electrizante y cambiante que fue el partido, jugado dos días después del paso del Tifón Hagibis que dejó nada menos que 68 muertos e innumerables destrozos, entre desaparecidos, viviendas llenas de lodo y autos literalmente tapados por el agua. Un partido que tuvo el pico de audiencia del torneo (lo vieron 54,8 millones de espectadores) y en donde la página de World Rugby alcanzó las trece millones de visitas en japonés durante ese día y el doble en inglés. Para estos dos enviados especiales, la clasificación de Japón tuvo un condimento especial. Con las acreditaciones agotadas por la cantidad de medios locales y de todo el mundo involucrados en la cobertura, pudimos ver el partido en un pub ubicado en la zona céntrica de Tokio, donde se vivió un clima único, con un local repleto de japoneses, escoceses e ingleses que disfrutaron y vivieron como pocas veces se vio un partido de rugby. Sin lugar a dudas, fue uno de los grandes momentos de la copa y de la cobertura por lo emotivo y trascendental. 


La decepción de Los Pumas

Entre las frustraciones debemos empezar por la actuación de Los Pumas. No fue el resultado esperado la temprana eliminación en la primera ronda del equipo de Ledesma. Lo peor, fue que era algo que se sabía que podía pasar. Todos conocían desde el mismo día del sorteo que el partido ante Francia era el decisivo para el futuro argentino en el torneo. Y se perdió porque se regaló sin dudas el primer tiempo, en donde Los Pumas cometieron todo tipo de errores en el juego y en la toma de decisiones. Después llegó la reacción en la segunda parte que lamentablemente no alcanzó, más allá del penal desviado en el cierre por Emiliano Boffelli. Una lástima porque sin dudas por el nivel del juego, Los Pumas podrían haber llegado más lejos y no decir adiós después de 16 años (Australia 2003) en la primera ronda.

Frente a Tonga se presagiaba una goleada histórica, luego de quedar 28-0 a los 30 minutos de la primera etapa. Pero todo se diluyó en unos pocos minutos. El equipo se fue de la cancha sobre el cierre de esa etapa y terminó pidiendo la hora ante un discreto equipo isleño.

Ante Inglaterra se sabía que iba a ser el partido más complicado. Pero todo concluyó demasiado rápido con la expulsión de Tomás Lavanini a los 18 minutos. Fue sólo cuestión de tiempo para un elenco inglés que hizo su trabajo de demolición sin tomarse urgencias. La eliminación se consumó un día después y por televisión, viendo como un esquemático equipo francés sufrió hasta el final para superar con lo justo a los ingenuos y voluntariosos tonganos.

En el cierre del grupo ante Estados Unidos, Mario Ledesma les dio espacio a los más jóvenes, que cambiaron el aire y anunciaron la renovación que pretende el entrenador de cara a lo que vendrá. Hubo tries y jugadas de muy buena ejecución, sin embargo, no hay que dejar de señalar que los rudimentarios norteamericanos anotaron tres tries, algo que a este nivel y contra un equipo tan flojo no debería pasarle a los argentinos.

En síntesis, no fue un buen Mundial para Mario Ledesma y sus dirigidos. Afuera en primera ronda sin encontrar el equipo en la cita mundialista y con rendimientos colectivos e individuales muy por debajo de lo esperado.  


Los otros seleccionados que tampoco cumplieron

Australia no estuvo acorde con su historia. Nunca convenció a lo largo de la fase de grupos, en la cual perdió ante Gales y superó a Fiji, Georgia y Uruguay, rivales a los que sólo pudo quebrar en los veinte minutos finales. Irlanda otra vez se quedó en los cuartos de final, un karma que esperaba superar en esta ocasión. Pero perder ante Japón de arranque no estaba en sus planes y en el cruce de cuartos de final se encontró con la mejor versión de Nueva Zelanda, que los vapuleó.

Francia ganó la clasificación con muy poco. Superó con lo justo a Los Pumas y Tonga, y definió el match ante los Estados Unidos en los minutos finales. El otro partido ante Inglaterra no lo jugó por la suspensión debido al Tifón y así quedó segundo. Paradójicamente, su mejor partido fue en los cuartos de final ante Gales, donde cayó sobre el final cuando jugaba con un hombre de menos por la expulsión de Vahaamahina. Tampoco convenció Escocia, que tuvo que jugarse la clasificación ante el elenco local y la perdió, y su tibieza ante Irlanda en el debut lo condenó y fue eliminado.  

El torneo para los isleños tampoco fue positivo. Salvo algunos tramos de Fiji y los segundos tiempos de Tonga, se nota que llegaron sin ritmo de competencia a este Mundial de Japón. Samoa sigue sin levantar cabeza, luego de un también muy flojo Mundial 2015. Como ninguno, los equipos del Pacífico sufrieron el éxodo de sus principales jugadores desparramados en las grandes potencias. La falta de un calendario estable también contribuyó para que no estén en un buen nivel.          

 

El torneo de los equipos americanos

Sin dudas que salvo el gran campeonato de Uruguay, que superó barreras y escollos en el juego y que lamentablemente no se trasladó a los resultados finales, fue muy pobre el nivel de los equipos americanos. Ya hablamos de la Argentina. Por su parte, Canadá y Estados Unidos realmente fracasaron en su intento por estar a la altura. Perdieron todos los partidos y demostraron que la falta de competencia será un tema a tratar para el futuro de estos países. El Americas Rugby Championship quedó claro que no alcanza por ahora porque es un torneo de segundo nivel, muy lejano para lo que es un Mundial.

Como contrapartida, lo de Los Teros fue magnífico. El histórico triunfo ante Fiji ilusionó con la clasificación directa hacia Francia 2023. Pero la cercanía en el duelo ante Georgia en el fixture le complicó el panorama. La fortaleza de los europeos dejó en claro que el desgaste de cuatro días atrás no se pudo superar. Y allí quedaron las ilusiones y las chances uruguayas de conseguir la gloria. Las actuaciones ante Australia y Gales fueron dignísimas del equipo dirigido por el argentino Esteban "Mono" Meneses y el reconocimiento de sus pares y de la prensa mundial estuvo a la orden del día. Quedar entre los principales equipos del torneo en las estadísticas de tackles positivos (tercero detrás de Gales y Japón) y de pelotas recuperadas (sólo superados por Inglaterra y Sudáfrica) habla de las bondades de un equipo que jugó por encima de sus expectativas y que preparó el torneo como dijeron para shockear al mundo. 


Las principales figuras de la Copa del Mundo

Hubo varios nombres destacados comenzando por la Argentina, donde por desgracia no hubo demasiados para resaltar. Aunque, sin lugar a dudas, el segunda línea Guido Petti fue el mejor. Como en el Super Rugby con Jaguares fue el que más line-out ganó (26) y el que más robó (5). Una gran temporada del sanisidrense, que fue sin dudas el mejor jugador del año en el rugby argentino, por lejos. Marcos Kremer y Julián Montoya fueron otros de los pocos que cumplieron con creces su labor en Japón y Agustín Creevy quedó en la historia del rugby argentino al quebrar el récord de partidos jugados.

Del campeón habrá que empezar por la gran labor que cumplió el pack de forwards, liderado por su capitán Siya Kolisi. En la final fue vital para superar al seleccionado inglés. Duane Vermeulen y Pieter du Toit también completaron un gran torneo, al igual que los segundas líneas, Eben Etzebeth, Look de Jager y RG Snyman, que no perdieron ningún line en los siete partidos que jugaron. La irrupción del chiquitín Cheslin Kolbe (1,71m y 74kg) fue de lo más destacado, más allá que las lesiones que le jugaron una mala pasada, coronados con el try de la victoria en la final. Makazole Mapimpi aportó su olfato de try (6 conquistas y la primera ante Inglaterra). Faf de Klerk y Handré Pollard fueron quienes sobresalieron en el liderazgo y la conducción, agregando que el apertura finalizó como goleador del Mundial. 

En Inglaterra hubo varios destacados, más allá de que desaparecieron en la final. Owen Farrell demostró que la capitanía le llegó en plena madurez. Tom Curry y Sam Underhill fueron figuras descollantes en la estructura inglesa, dos perros de presa y una pesadilla en cada ruck. Maro Itoje fue uno de los mejores saltadores en la hilera y los wingers Anthony Watson y Jonny May, las llaves para abrir varias defensas.

Los All Blacks terminaron un ciclo dominante en el rugby mundial. Varios se despidieron en el partido ante Gales y dejaron el seleccionado. Se extrañarán los nombres de Kieran Read, Sonny Bill Williams, Ryan Crotty y Ben Smith, entre otros. No hubo figuras rutilantes, más allá de algunos buenos pasajes de los hermanos Beauden y Jordie Barrett, Richie Mo’unga, Ardie Savea y Aaron Smith.

Gales tuvo en el legendario Alun Wyn Jones a un verdadero guerrero: llegó a los 142 partidos en Japón, entre el seleccionado de Gales y sus participaciones en los British & Irish Lions. El segunda línea completó los 20 partidos en RWC y quedó a sólo dos encuentros del récord que comparten el inglés Jason Leonard y el neozelandés Richie McCaw. El wing Josh Adams y sus siete conquistas fue otro de los sobresalientes del Dragón.

De Japón fueron varios los que se destacaron y están mencionados en el análisis de los Brave Blossoms como revelaciones de la copa.

En la Australia de los altibajos, que por los resultados perdió a su entrenador Michael Cheika, Marika Koroibete y Samu Kerevi fueron los que cambiaron la ecuación. La aparición del joven talento, Jordan Petaia, fue la mejor apuesta al futuro.

Uruguay fue el equipo de menor promedio de edad del torneo. Con todos jugadores nativos en su país, al igual que Argentina y Namibia, tuvo en el despliegue y la entrega de su capitán Juan Gaminara y en el pateador Felipe Berchesi (30 puntos), a dos de sus principales figuras, en un plantel en el que varios cumplieron con creces (Nieto, Magno, Arata, Vilaseca).

De los isleños, los fijianos Dominiko Waqaniburoto y Sami Radradra y los tonganos Siale Piutau y el fullback Telsa Veainu, autor de los dos tries ante Los Pumas, también dejaron su sello en Japón.

Japón se despidió con el tercer título de Sudáfrica en los mundiales. Con nuevas figuras, algunos que no estarán más y el paso de varios entrenadores que cerraron un ciclo y cambiarán de aire en búsqueda de nuevos objetivos. Cuarenta y cinco días de puro rugby, un país y una cultura diferente y un Mundial que se recordará fundamentalmente por la calidez de su gente.   




Fuente: Jorge Ciccodicola y Hernando De Cillia - Rugby Champagne.