Con una actuación granítica de su defensa y un control mental del partido en casi todo su desarrollo, los Springboks vapulearon a Inglaterra por 32 a 12 y se consagraron campeones por tercera vez en su historia. El partido se jugó en el International Stadium Yokohama, colmado por 76.000 espectadores.
Con una actuación superlativa de sus forwards, entre los cuales sobresalieron Duane Vermeulen, Pieter du Toit y Siya Kolisi, 22 tantos con el pie de su apertura Handré Pollard y una diferencia de 20 puntos sobre Inglaterra, el equipo que llegaba como favorito a la final, los Springboks, alcanzaron la gloria en Japón y se consagraron luego de 12 años.
De esta manera, la copa se quedó en el hemisferio sur por cuarta vez consecutiva y los sudafricanos igualaron a los All Blacks como los más ganadores de la historia, con tres conquistas cada uno. Por primera vez en la historia, un capitán de color, Siya Kolisi, levantó la copa. Además, Handré Pollard se consagró goleador del torneo, con 69 tantos.
Llegaban los dos mejores del Mundial. Inglaterra para poner a Europa en lo más alto y cortar la hegemonía de títulos del hemisferio sur, con siete conquistas en ocho ediciones. Sudáfrica para volver a ocupar su lugar luego doce años de sequía y de perder terreno en el ránking en las últimas temporadas. Los ingleses, invictos y con cinco triunfos seguidos; los Springboks, con cinco victorias y una sola derrota, en el debut ante los All Blacks. Además, con dos conductores que marcaron tendencia en sus planteles. Eddie Jones, poniendo a los de la Rosa en los primeros planos luego del fracaso del 2015 y sometiendo a Nueva Zelanda en el encuentro por la semifinal. Rassie Erasmus devolviendo a los sudafricanos a su gen habitual, en el cual el poderío físico fue clave en su estructura.
Un primer tiempo lleno de errores favorable a Sudáfrica
Fueron 40 minutos atípicos, con situaciones no previstas y un número de errores no esperados por ambos lados. El arranque fue con dos acciones fuera de contexto para Inglaterra. En la primera y en sólo 45 segundos cometieron el primer error. El segunda línea Courtney Lawes no salió de la zona de tackle y fue sancionado con el primer penal del partido, que Pollard falló desviando el remate. Y en la segunda, el pilar Sinckler quedó knock-out luego de chocar con un compañero y debió dejar la cancha prematuramente reemplazado por Dane Cole.
Este panorama puso a Sudáfrica en una condición muy favorable a partir del scrum, formación en la que dominó claramente. Sin embargo, el equipo de Eddie Jones salió bien parado de esos primeros ataques, que defendió bien y hasta salió con la pelota desde su propio in-goal. Ese mejor inicio sudafricano generó la segunda acción clara que esta vez acertó Pollard, con su segundo envío a los palos a los nueve minutos de juego (3-0).
Fueron 40 minutos inéditos de los ingleses en este Mundial. Incómodos, sin la pelota y por primera vez dominados en lo psicológico y especialmente en las formaciones, con scrum, line y maul a favor de los Springboks. Entonces, sólo les quedó defender y dentro de ese desorden lo hicieron bien. Y en la primera que tuvieron a favor, recién a los 21 minutos, no fallaron con un penal de Farrell que les dio el empate (3-3).
En esa primera mitad llena de fallas, también los sudafricanos perdieron hombres, con los cambios por lesiones de Mbonambi y de Jager, que dejaron la cancha reemplazados por Marx y Mostert. Sin embargo, siguieron predominando en la fricción, el terreno que los encontraba más cómodos. Y así definieron ese opaco primer parcial. Tres penales más de Pollard y uno de Farrell sellaron la primera parte 12-6 para los dirigidos por Rassie Erasmus.
Los últimos 40 minutos que definieron un campeonato
Inglaterra no tenía otra opción. Si querían ganar, tenían que jugarse el todo por el todo. Y así salieron en el segundo tiempo. Pero la defensa sudafricana otra vez ganó los duelos como desde el arranque. Y ese enorme trabajo les dio supremacía en lo mental. De otra buena defensa generaron un scrum que les dio otra opción para sumar: Pollard desde media cancha volvió a marcar, 15-6.
A los diez minutos llegó la primera esperanza inglesa. Primer scrum ganado en el partido y penal recto a los palos que acertó Farrell (15-9). Enseguida, Curry generó otra infracción en la posesión de Pollard y el capitán esta vez no pudo concretar.
Pero los Springboks no iban a dejar ninguna chance sin desperdiciar. Los forwards metieron un maul fenomenal que Inglaterra frenó con derrumbe. Y otra vez Pollard no lo iba a desaprovechar (18-9). El duelo no daba respiro porque, a los 19, Farrell iba a estrechar cifras con otra patada (12-18).
Sin embargo, sobre los 26 iba a llegar el golpe definitivo. Gran contra sudafricana y mejor gesto técnico de Mapimpi (sombrerito sobre Watson) para la definición del mismo wing sobre la izquierda, previa combinación con Am (25-12). Y la frutilla del postre la ofreció el más chiquitín, Cheslin Kolbe, que se fue en soledad por la derecha y sentenció definitivamente la final (32-12).
Sudáfrica lo ganó de punta a punta. Sometió con el pack y lo definió con sus backs. Sorprendió por concentración y compromiso al equipo que llegaba como candidato. Y lo hizo con sus propias armas. Una defensa inmensa, que no dejó de tacklear nunca, un pateador súper eficaz y dos definiciones por las puntas que coronaron lo hecho en ochenta minutos. Los Springboks están en lo más alto. Como en 1995 y 2007. Rassie Erasmus les hizo recuperar la fe en 2019 y en Japón cantaron campeones por tercera vez. Y lo hicieron con sus mejores y más nobles armas.
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Fotógrafo: Gentileza World Rugby.
Fuente: Hernando De Cillia - Rugby Champagne.