El 11 de junio de 2020, el Club Pueyrredón celebro sus 67 años de vida. Originalmente fundado como Club Colegial Juan Martin de Pueyrredón, la entidad tuvo su primera sede social en la cervecería “La Guillermina”, ubicada en el barrio de Constitución. En 1953, apadrinada por el CASI y CUBA, la joven institución fue admitida a participar en los torneos de la UAR. Su primer presidente fue Jorge Gutiérrez, que se mantuvo en el cargo por 30 años, hasta 1983.
En 1956, Gonzalo Aguilar propuso la adopción del nombre actual como Club de Rugby Pueyrredón. Ese mismo año obtuvo el ascenso a Primera y puso en marcha el proyecto de la cancha propia. Ángel Guastella, Alfredo Bordoli, Mercurio Giuliano y Silvio Amadeo Pini convencieron a los hermanos Buffa para que aceptaran venderles en cuotas una quinta de su propiedad, en el coqueto barrio de Boulogne. Con el esfuerzo de los socios se pagó por cada metro de tierra y finalmente la cancha se inauguró un 22 de abril de 1961, cuando Puey derrotó a Los Matreros por 18 a 10.
Con el tiempo, Pueyrredón fue sinónimo de Boulogne y el “Dale bulón, dale bulón” se hizo sentir al ritmo de un equipo que siempre trató bien a la ovalada. El club tuvo el orgullo de contar con tres representantes de la histórica gesta Puma de 1965, aquella que le dio para siempre nombre a nuestro seleccionado. Angel “Papuchi” Guastella, secretario de la primera comisión del club, fue uno de los entrenadores y entre las filas de los primeros Pumas estaban el tercera línea Eduardo “Mono” Scharenberg y Guillermo Illia.
Pero la historia de Pueyrredón y Los Pumas no terminó ahí, ya que de su escuela surgieron una treintena de seleccionados, entre ellos los seis mundialistas: Martin Yangüela, Alejandro Schiavio y Marcelo Campo (RWC 1987); Agustín Zanoni y Hernán García Simón (RWC 1991); y Alejandro Campos (RWC 2011). Todo sin dejar de mencionar a Martín Sansot, a quien muchos señalan como uno de los más virtuosos backs de Los Pumas de todos los tiempos.
Por estos días de cuarentena, Rugby Champagne conversó con Bautista Dasso, el capitán del plantel Superior, que nos contó sobre la actualidad del club de la Galera:
- ¿Cómo fue la pretemporada?
- Fue muy dura, ya que hoy se exige una mayor preparación. Hubo un grupo que arrancó a mediados de enero con un plan que pasaron los preparadores físicos. Nos entrenamos cuatro veces por semana e hicimos hincapié en la parte física, con mucho testeo de fuerza y trabajo de gimnasio. También hubo pruebas de capacidad aeróbica. El trabajo físico fue muy completo. Incluso tuvimos una nutricionista haciendo un seguimiento de equipo. Nos midió y nos dio una dieta específica a cada uno. Este año incorporamos trabajos con pelota entre los ejercicios físicos y eso te acostumbra desde el día uno a tener la pelota cerca.
- ¿Cómo fueron los amistosos de pretemporada?
- Jugamos dos, ante Delta y San Martin. Lo destacable fue la cantidad de jugadores que tuvieron la posibilidad de jugar en Primera. Los amistosos dieron posibilidades a los más chicos y a los jugadores que venían con menos rodaje. Eso fue positivo para ir acostumbrándose al ritmo que le queremos dar al juego, que es más intenso que el año pasado. Ahí también se vio que físicamente estábamos mejor que otros años y eso nos permitió jugar el rugby al que queremos apuntar.
- ¿Cómo quedó armado el plantel en relación a las altas y bajas?
- Haciendo un repaso, arrancamos jugando los mismos del año pasado. No hay jugadores nuevos, pero sí se recuperan lesionados. El año pasado hubo cerca de treinta operaciones entre hombro y rodilla. Es una locura. Esos jugadores se recuperaron y suman. No hay bajas significativas tampoco. El plantel es parecido al de 2019. Subieron varios chicos de M19 que juegan bien y van a sumar. Ellos aportarán una inyección de energía que es muy necesaria.
- ¿Hubo cambios en el staff?
- El staff se mantuvo. Se agregaron dos especialistas de scrum por el tema del empuje libre. Y nos sirvió mucho. En los dos primeros amistosos, esa formación funcionó muy bien.
- ¿Cómo se tomaron la suspensión del torneo?
- Fue complicado, ya que veníamos con gran envión de la pretemporada. Estábamos embalados y había un clima de entrenamiento muy lindo, con una competencia interna picante. Nos salieron cosas buenas en los entrenamientos y en los amistosos. Pero la realidad es que, a pesar de todo, hay que mantenerse enfocados y tener el club en la cabeza para cuando se pueda volver. No es fácil por la incertidumbre de entrenar sin saber para cuándo. A veces cuesta encontrar la motivación, pero es lo que nos toca.
- ¿Cómo se entrenan durante la cuarentena?
- Se repartieron los elementos del gimnasio del club, en base a lo que cada uno tenía y necesitaba. Hay tres entrenamientos semanales por Zoom con un promedio de 60 personas. Por ahí, nos vemos las caras y hacemos físico. También hay rutinas individuales de fuerza e hipertrofia muscular con lo que cada uno tiene en su casa. Organizamos charlas técnicas por puestos y funciones con los entrenadores y referentes. También hay grupos de Whats App por puestos, en donde compartimos las rutinas para mantenernos activos.
- ¿Cuáles son los objetivos para 2020?
- A fin del año nos juntamos un grupo que venimos jugando hace algunas temporadas con los más chicos para plantearnos lo que se venía este año. No quisimos trazar un objetivo numérico o de ascenso porque en definitiva si después en el camino no lo conseguís, se transforma en algo muy frustrante. El objetivo este año se iba a trazar más corto y partido a partido. La idea es empezar a mejorar el juego y más que nada generar una base más grande de jugadores con nivel de Primera. Hace dos o tres años que estamos en medio de un recambio de generaciones y eso obviamente acorta las alternativas. Queremos ampliar la base del plantel superior y que los más chicos se pongan a la par de los que vienen jugando. Eso va a mejorar la competencia interna que es clave y lo que en definitiva te lleva a la excelencia. A pesar de lo que está pasando, el objetivo no cambió y podemos seguir trabajando en agrandar la base.
El crecimiento del club en los ‘70 hizo imperiosa la necesidad de expandirse hacia instalaciones más grandes. Con ese objetivo, en septiembre de 1972 se encaró la compra de unos terrenos en Pilar, que con el tiempo se transformarían en el Country Club Pueyrredón y el anexo para las divisiones menores. Varios apellidos como los de García Simón, Laborde y Luque estuvieron involucrados en ese proyecto, conjuntamente con Hernán Marotta, Guillermo Dietrich, Julio Lachavanne (p), Jorge Scoscería (p), José María Galtieri, Norberto Zanoni y Pablo Yangüela.
Con el tiempo, diversos problemas se sumaron a las dificultades del traslado a Pilar, que conspiraron contra el uso deportivo del Country Club. Así surgió la posibilidad de alquilar el predio de Benavídez, lugar donde en la década del ’80 jugó el Banco Nación de Hugo Porta, equipo que dio cátedra de un rugby adelantado para su época.
El 22 de mayo de 2010, por la 4° fecha del Grupo I, Pueyrredón derrotó a San Luis por 13 a 10. Lo que podría ser un partido más de un inicio de temporada, será recordado como el primer partido de Puey en su nueva casa de Benavidez. De a poco, los Húsares empezaron una mudanza que se extendería hasta 2015, cuando se despidieron definitivamente de su cancha en la bajada de Capitán Juan de San Martin. Lo que nunca podrá olvidarse de la memoria de sus socios, fueron las muchas tardes de buen rugby que se vivieron en ese mítico predio.
Como suele ocurrir, los cambios vienen con turbulencias y ese torneo de 2010 deparó un triste desenlace para Pueyrredón. El 24 de octubre de 2010, temporariamente de vuelta en Boulogne, los Húsares derrotaron a San Albano con comodidad por 53 a 32, pero la combinación de resultados con otros rivales no fue favorable y el equipo descendió después de 54 años ininterrumpidos en la mejor categoría. Un golpe grande si se tiene en cuenta que sólo tres años antes en el Top 14 de 2007, Pueyrredón había empatado la cuarta colocación con 43 puntos junto al SIC y CUBA (NdR: CUBA jugó las semifinales por el criterio de desempate entre los tres equipos).
Pero un club con la tradición de Puey, no iba a tardar en regresar, y así el equipo de la Galera jugó los Top 14 de 2014 y 2015 (NdR: en 2015 accedió luego de un recordado repechaje ante San Martin, al que superó por 8 a 3 un 25 de mayo).
El 2016 iba a ser un año movido para el club, con la compra y escrituración definitiva del predio de Benavidez, que le da un espacio de cuatro canchas de rugby. Además, en marzo, el presidente Santiago Marotta encabezó un acto de inauguración de la cancha de hockey sintética, hecho que posibilitó por primera vez que los dos deportes coexistan en el mismo lugar.
El año traería también la triste noticia del fallecimiento de Ángel Guastella, ocurrida un 29 de septiembre. Jugador, entrenador y dirigente de Pueyrredón, Guastella fue Puma entre 1956 y 1960 y dirigió al seleccionado en dos etapas: 1965-1973 y 1978. Papuchi también fue asistente de Héctor “Pochola” Silva, en el periodo entre 1985 y 1987 (RWC 87).
Desde lo deportivo, Puey estuvo cerca del Top 14 en 2016, pero el 9 de mayo perdió el repechaje ante Regatas de Bella Vista por 31 a 5. La restructuración de los torneos de 2017 lo ubicó en Primera A y en la primera temporada del nuevo formato no la pasaron nada bien. Terminaron salvándose de bajar a Primera B (tercera categoría) por solo dos puntos (23-21) en un repechaje ante San Cirano.
En las últimas dos temporadas recuperaron el protagonismo en la “A”. No sólo no se preocuparon más por el descenso, sino que empezaron a acercarse desde el juego al lugar de privilegio que siempre tuvieron (NdR: 5° en 2018 y 6° en 2019).
Como los Húsares del General Pueyrredón, que preparaban sus bayonetas para expulsar a los invasores ingleses, el club sigue fortaleciéndose para volver. En Puey, miran el futuro anhelando la grandeza con la que jugaron en el pasado.
Fotógrafo: Alejandra Krickeberg - Rugby Champagne.
Fuente: Darío Procopio - Rugby Champagne.