En medio de uno de los escenarios más hermosos de la región de Cuyo, “el blanquinegro” emerge como uno de los clubes mendocinos de fuerte arraigo familiar. Instalados en un predio que fue comprado tres veces en su historia, para ellos Puemayén es la “Tierra soñada”, significado que en lengua aborígen le dio orígen a su nombre. Club sufrido como pocos, demostraron ser un ejemplo de lucha y perseverancia, ya que nunca se dieron por vencidos a lo largo de sus 65 años de vida.
En 1955 un grupo de jóvenes de Luján de Cuyo, impulsados por un hombre que sería vital para la historia de la región, Douglas Leycester Carbonell, quisieron darle forma a un nuevo deporte en la zona, el rugby. Armaron una Segunda División que se clasificó campeona invicta del torneo oficial, dónde los apellidos de Bussi, Chiavaza, Cuzi, Narváez, Fernández, Cirrincione, Mantovan, Quiroga, Wengorra y Pecci, fueron los precursores de lo que años después sería Peumayén. En 1957, bajo el nombre de Luján Sport Club, se presentaron en Primera División sumando otros jugadores, como Lucena, Villegas, Lukaes, Zapata, Daud, Santo Tomás, Fernández y Hugo Alberto.
Recién en 1960 adoptaron el nombre de Peumayén Rugby Club. Jugaban en un campo cedido por el señor Pincolini, que estaba pasando el puente sobre el canal San Martín rumbo a Vistalba, en terrenos de un aserradero. En esa década sumaron al Centro de Estudiantes de Luján y el aporte de los alumnos del Instituto José Manuel Estrada. Así compraron por primera vez el terreno que actualmente pertenece al club, al que se llegó después de muchas dificultades.
Marcelo Pecci es el actual Presidente de la institución. Hijo de Jorge Alberto, uno de los que vistió la primera camiseta de Peuma, nos contó sobre todas las barreras que tuvieron que sortear en sus 65 años de vida: “nosotros tuvimos dos interrupciones en la historia. En la década del setenta por temas institucionales –una posibilidad de remate y una nueva compra del terreno- y en el ‘80 por la muerte de Daniel Savina, un jugador de una familia muy ligada al club. La gente del plantel superior se fue a jugar a Los Tordos y el rugby estuvo dos o tres temporadas sin practicarse. Después empezamos con divisiones infantiles y juveniles que luego llegaron a Primera. Hoy deben estar entre los 40 y 45 años. Y en esa época se jugó al hockey sobre césped que también fue muy importante para nosotros”.
El hockey llegó en 1969 y fue parte vital en la estructura de la institución, sumando a las alumnas del Colegio Estrada. Pero en 1972, por algunas discrepancias entre el colegio y los jugadores de rugby, se separaron con un año jugando todos los partidos como visitantes.
El comienzo de la refundación
En 1975 se fundó definitivamente Peumayén Rugby Club en el campo deportivo que actualmente posee la institución. Pero las situaciones desagradables no desaparecieron y en julio de 1982 otra vez se dejó de jugar al rugby. Sin embargo, desde el entorno del club nunca aflojaron. Así lo recordó Pecci: “la cancha que tenemos en la actualidad la compramos tres veces. Soportamos situaciones complicadas que por distintos motivos pudimos superarlas. El club fue receptor de jugadores de hockey y rugby de las escuelas de Luján, de todo tipo, inclusive de las escuelas públicas. También becamos jugadores, e incluso, hicimos convenios con comedores. Fueron situaciones muy difíciles, que nos trajeron algunos inconvenientes como así también muchas satisfacciones. En los últimos años tuvimos ayuda de la Municipalidad con un subsidio económico mínimo, algunos servicios y la irrigación. Se cometieron muchos aciertos y muchos errores, pero seguimos adelante. Tenemos un anexo con un proyecto para construir un colegio allí, a dos cientos metros del club que se comunica por el lado del río. Estamos arreglando la pileta, que tiene 50 años pero hace 30 que está cerrada y la vamos a poner en funcionamiento. Hicimos el gimnasio y este año, a pesar de la pandemia, compramos las máquinas que por la cuarentena todavía no nos entregaron”.
El rugby en Luján tuvo su resurgimiento de la mano de Luis Fernando Estrella, quien en 1985 formó las divisiones infantiles y una de juveniles. Y desde allí no pararon hasta la actualidad.
Marcelo hizo una pintura de lo que representan “las Cebras de Luján de Cuyo”: “siempre fuimos un club de barrio, con épocas mejores y peores, y que en toda nuestra existencia nos mantuvimos por la gran voluntad de los socios y los sponsors. A través de la historia hicimos mucha contención social, estamos en un lugar bastante delicado, que nos llevó a no poder tener un público con una potencialidad económica mayor. Y nunca cambiamos nuestro perfil”
La actualidad y los desafíos
La pandemia azotó en todos los puntos cardinales del país. Y Peumayén tampoco fue la excepción. Pecci nos contó cómo se manejaron ante semejante situación: “desde marzo hasta acá tratamos de sostener los recursos humanos. No se nos fueron ninguno de los entrenadores ni el personal y trataremos de mantener el máximo del plantel. El momento actual es bastante difícil, por esta situación tan especial que nos toca vivir. A los más grandes los golpea, a los más chicos también. Nosotros como somos chicos tenemos menor espalda, por eso es proporcional el daño. Gracias a Dios seguimos teniendo un grupo de entre 20 a 30 personas, que somos incondicionales y que ante cualquier adversidad siempre estamos y terminamos saliendo adelante. Esto no nos va a llevar puestos. Tenemos un proyecto, lo estamos haciendo y cuidamos a nuestra gente. ¿Va a cambiar el club? Sí, como vamos a cambiar todos. Pero vamos a seguir existiendo. No me queda ninguna duda. Tenemos el recurso anímico y las ganas para hacerlo. Pagamos los sueldos, no le debemos nada a nadie, tenemos la institución organizada, haremos todo lo que esté a nuestro alcance”.
Para hablar de la historia y de los mejores momentos del “Club del Bajo”, Pecci destacó las primeras épocas: “a fines de la década del ’70 y principios de los ’80, tuvimos buenos resultados en los dos deportes, sostenido por una escuela, Estrada, que nos abastecía con la gente. A nivel deportivo, el ciclo que dirigió Matías Sosa, entre 2016 y 2018 fue el más importante del rugby. Alcanzamos el pico en materia de resultados, jugadores, desarrollo técnico y físico. Tuvimos una participación importante a nivel nacional y fuimos bastante competitivos. Fueron dos semifinales en el torneo local y la clasificación para instancias finales en el Torneo del Interior. Les ganamos a varios equipos importantes del país, como Natación y Gimnasia de Tucumán, a varios sanjuaninos y a todos los equipos de Mendoza”.
En el repaso de los dirigentes que marcaron al club Marcelo destacó en primer lugar al fundador, el Doctor Carbonell, a Alberto Freyre, presidente en la década del ‘80 y ’90 y Luis Debandy, mientras que por el hockey a Titi Contardi, Analía Sánchez y Ricardo Posadas.
Y cuando hablamos de los que se destacaron dentro de la cancha, nombró a las campeonas del hockey de los años setenta, Carbonell, Blanco y Gutiérrez, y en el rugby a Roberto Bertona, Alberto Freire (árbitro Internacional), Cristian Bertona, Pablo Casagrande, Gastón Olivieri, Matías Sosa, Carlos Tahan, Mariano Ogando, los hermanos Castro, Manuel Sánchez, Francisco González, Nabi Moyano (el goleador histórico) y Gitan Caroglio.
Las últimas palabras de Pecci definieron lo que el club significaba para él: “Peumeyen es el lugar donde me pude desarrollar como persona, el primero donde empecé a practicar rugby y conocí muchos amigos de distintas edades, en el que pasé momentos muy importantes. Es el lugar dónde trato de devolver un poco de todas las cosas que me dio la vida. Fui una persona muy afortunada, entonces trato de canalizar en el club todo lo que pueda ayudar. Es una pasión que tenemos, es mi departamento, mi lugar y mi casa”.
Desde adentro y fuera de la cancha
Matías Sosa, fue jugador, referente y entrenador del club entre 2016 y 2018. Hoy integra la subcomisión de rugby de Peumayén y está en el Centro de Alto Rendimiento de Mendoza, a cargo de Eusebio Guiñazú. Allí entrena a chicos entre 14 y 17 años para hacerles el seguimiento y después formar el seleccionado de M18 de la región, dónde se elegirán los jugadores que van a la Academia de la UAR, dirigida por Miguel Bertranou.
Matías es otra de las palabras autorizadas, parte del corazón del “Club del Bajo” y un gran anfitrión para todos aquellos que tuvimos la suerte de conocer la belleza de los paisajes de Luján de Cuyo, la casa del “Peuma”. Sosa debutó en 1998 cuando tenía 17 años y jugó hasta 2013: “ese año hicimos una gira a Sudáfrica, cuando volvimos jugué todo el torneo y a fin de año dije: no puedo más”. Del 2001 al 2003 tuvo una experiencia en el rugby australiano. Jugó en Gordon Rugby Club, que era propiedad de los hermanos Mortlock. Fue el primer jugador del club que se fue al exterior, aunque también hubo otros que emigraron: a Italia, Manuel Sánchez y a Buenos Aires, Agustín Peppi, un wing que jugó en Lomas Athletic.
En primer lugar Matías destacó una característica de su club: “Peumayén es una familia de gente que va al club caminando. Y eso no pasa en todos lados. Los socios viven todos en Luján, son todos de la zona”. Además destacó que: “Peuma es una historia de lucha y refundación, somos los históricos sufridos, siempre remando en contra de la corriente”
En el repaso de la historia Sosa no dejó de mencionar el episodio que marcó uno de los quiebres en la institución, él era un niño, todavía no jugaba, pero los más grandes les transmitieron el legado de eso años: “en los ’80 teníamos un equipazo. Pero lamentablemente nuestro capitán murió jugando en la cancha contra Tequé. El equipo se disolvió y la mayoría se fueron a Los Tordos, que no era lo que es hoy. De ahí en adelante salieron siete años consecutivos campeones de Mendoza. En esa época los equipos más importantes de la provincia eran Mendoza RC y Marista. Pero a partir de ese momento Los Tordos hizo el despegue”.
A “Peuma” los llaman “las Cebras” por los colores blanco y negro que tuvieron desde siempre en sus camisetas. Sin embargo, en una época en la que no tenían predio jugaron en la misma cancha de Luján Sport Club -un club de fútbol que tenía una remera a cuadros azul y rojo- fue la única vez usaron una como la de Los Matreros, a cuadros rojos y blancos.
“El club del Bajo” fue el primero que se ubicó en el soñado paisaje de Luján de Cuyo. Hoy compartido con tres instituciones más: Chacras Rugby, en el centro de Chacras de Coria, Liceo, que se mudó de Godoy Cruz a la nueva sede y Marista, que estaba en el centro y se instaló en La Carrodilla. El crecimiento demográfico de Mendoza se fue todo para la zona de Luján de Cuyo, dónde los barrios privados florecieron en Chacras de Coria y Vistalba.
Los logros a través de los años
En los años ‘85/’86 un fanático del club que había dejado de jugar luego de la última disolución, Luis Estrella, juntó a un grupo de chicos que eran categoría ’72, entre los que estaban el hermano Alejandro con sus amigos. Esa fue la primera camada exitosa, se consagraron campeones en juveniles. En los que hace a éxitos, “el título de M19 también es muy recordado, porque nos llevó a jugar el Veco Villegas” afirmó Matías.
También recordó un gran acontecimiento que recibió la provincia y que benefició a los equipos de la región: “el 2005 fue un año de grandes cambios para el club. Se jugó el mundial M21 en Mendoza (era la camada de Agustín Creevy) y nosotros fuimos anfitriones de Francia. El entrenador era Mark Lievremont y se quedó chocho con nosotros y la gente del club. La provincia y los clubes recibieron muy buena plata y un presidente que tuvimos -uno de los mejores, sino fue el mejor- el Ingeniero Luis Debandy, aprovechó muy bien ese envión y le dio un cambio tremendo al club. Afaltó los ingresos que eran de tierra, hizo los vestuarios nuevos y supo reinvertir el dinero que ingresó”.
Cuando se habla de aquellos que hicieron historia con las Cebras, aparecen los nombres de Carlos Tahan, Christian Bertona, un medio scrum que jugó mucho tiempo en el seleccionado mendocino, Matías Sosa, tercera línea de la ’78, un histórico del club, Mariano Ogando (Mou), un pilar muy famoso en Mendoza, Francisco González, más reciente y el que más año jugó en el seleccionado de Cuyo, y un Pumita, Gastón Olivieri, de la camada ’75.
Cuando le consultamos: ¿cuál es el clásico de Peumayén, Matías?: “Tequé –nos contestó- porque son partidos que se esperan todo el año, dónde los dos equipos juegan a matar o morir”. ¿Y partidos históricos?: “el de 2011, cuando le ganamos a Marista. Ellos llegaban invictos y nosotros teníamos que ganar, porque nos íbamos al descenso, era la última fecha. El equipo no estaba bien en esa época. Para salvarnos, teníamos que ganar las últimas cuatro fechas, y nos tocaban Mendoza RC, Tequé, Liceo y Marista: era la “Misión Imposible”. ¡Ganamos los cuatro! pero la anécdota fue el de la última fecha. Al finalizar el primer tiempo perdíamos 23 a 3, y lo terminamos ganando 25-23. Fue una remontada histórica”.
Matías Sosa fue entrenador de 2016 a 2018 en un ciclo muy fructífero para el club. Así recordó esas campañas: “en 2016 cambió el formato del torneo mendocino y nos hicieron jugar una liguilla o clasificación para entrar al torneo más importante. Clasificamos y llegamos a las semifinales, dónde perdimos contra Liceo, pero le ganamos el tercer puesto a Los Tordos. En 2017 jugamos el Torneo del Interior pero no pasamos la etapa clasificatoria. Tuvimos que revalidar la plaza para Mendoza y nos tocó jugar contra San Ignacio. Fue un partido en el que llegamos al suplementario y mantuvimos el lugar para la región. Ese año volvimos a entrar en semifinales, pero no pudimos contra Liceo y salimos cuartos al perder el tercer puesto contra Marista”.
“En 2018 jugamos Torneo del Interior A –prosiguió- y tuvimos una gran participación. Llegamos a los cuartos de final y tuvimos que ir a Tucumán a jugar contra Huirapuca. Fue un partido durísimo que perdimos 26-17 y ellos finalmente fueron finalistas, aunque perdieron contra CURNE. Ese torneo nos desgastó y cuando arrancó el torneo local no quedamos entre los cuatro primeros. El equipo estaba agotado y finalmente descendimos. Ahora estamos en la Copa de Plata, la segunda categoría”.
Al preguntarle del rugby de Cuyo, Sosa habló del buen presente que tienen en la actualidad: “en cuanto al Centro y la Academia el rugby mendocino está muy bien. Tenemos 10 o 12 chicos entre 17 y 19 años que están en un nivel fenomenal. Por ahí nos faltan una vuelta de rosca a los clubes y las competencias para mejorar. Sin embargo el año pasado Marista hizo un campañón en el Nacional de Clubes y Los Tordos siempre participa de los torneos nacionales. Se está trabajando bien, mejor que en otras épocas. Históricamente nos faltaba en la alta competencia, pero se cambió de mentalidad en los últimos años”.
Del riñón de Peuma
En todo club hay personas entrañables que tienen los colores grabados a fuego en la piel y que nadie puede dejar de mencionar. Entonces la consulta para Matías fue la siguiente: ¿cuáles son los personajes que no se pueden dejar de nombrar en Peumayén? Sosa no tuvo dudas en empezar por Mario Campomaggi: “Marito es una persona que nunca dejó de laburar en el club. Lo ves todos los días. Es el Presidente administrativo de la subcomisión de rugby, es un genio. Otro personaje es Enrique “Chinganga” Azura. Es el “loco” nuestro. Si hoy estuviéramos jugando, estaría detrás del in-goal con la gente, un gorro de lana y fumando un habano. Fue entrenador de la Primera durante 10 o 12 años, estuvo en todas las divisiones y es un ícono del club. Otro trabajador incansable es el “Gitano” Italo Scopel, jugador, padre, dirigente, un ejemplo de humildad y trabajo constante que está prácticamente todo el día en el club”.
Para finalizar, Sosa hizo un repaso de lo que fue Peumayén a través de los años: “el hockey le dio un gran impulso al club. Si lo medís por los éxitos fue muy importante para nosotros. Fuimos uno de los fundadores del hockey en Mendoza y se obtuvieron muchísimos títulos”.
Y del rugby recordó: “fuimos un semillero de grandes jugadores para los clubes de la región, como Los Tordos, Marista y Chacras. Por ejemplo Paco Lola, un fullback que estuvo en Los Tordos en la década del ’80. También hubo muchos en la década del ’70 que integraron los seleccionados locales. La familia Carbonell fue muy conocida en el rugby mendocino. Todos jugaron en el club hasta que se disolvió y se fueron a Los Tordos (Willy, Leycester, Diego, eran varios hermanos). También por acá pasaron Juan y Marcos Bäeck, que cuando volvieron de Pueyrredón vinieron acá. Pero como todavía se estaban rearmando luego de la disolución, terminaron en Los Tordos, dónde se quedaron definitivamente. Otro jugador importante fue Marcelo Córdoba, que en la actualidad es Secretario de Deportes de Salta. Marcelo era salteño, un gran tercera línea que se fue a estudiar a Córdoba, jugó en Jockey y en los Dogos. Allá conoció a un chica de Lujan, se casó y se vino para acá. Fue un jugador bárbaro, que me ayudó muchísimo, él era octavo y me enseñó a jugar de tercera línea”.
En Mendoza hay un club que se llama Puemayén, una historia de lucha y perseverancia. El lugar dónde se transforman todos los sentimientos y en dónde hay un axioma que dice: "LOS AMIGOS DEL RUGBY Y EL HOCKEY SERÁN LOS AMIGOS DE TODA LA VIDA".
Fotógrafo: Gentileza Peumayén Rugby Club
Fuente: Hernando De Cillia