Es una voz autorizada en el rugby argentino, por su pasado como jugador y capitán de Los Pumas, dirigente y ex presidente de Universitario Rugby Club de Tucumán. La realidad de los clubes y una pandemia que sacudió a todos.
En el recorriendo clubes de todas las semanas, las historias se entremezclan con la actualidad. Pablo Garretón fue una de las glorias del rugby tucumano, en diálogo con RCH analizó una realidad que no se puede ocultar, la de los clubes y sus necesidades. La cruda situación por la que atraviesan y el ingenio que habrá que tener para retener a los chicos en el deporte.
SOSTENER LA TRADICIÓN DEL RUGBY AMATEUR
Así comenzó un pormenorizado relato de una voz que dejó cosas para pensar: “este año fue durísimo. Los clubes no venían bien en Tucumán, pero van a sobrevivir, como los hicieron durante tantos años. Habrá que esforzarse para que cuando esta situación se controle queden mejor proyectados y no tan ocultos detrás del gran espectáculo del rugby de elite. Por los clubes es por donde pasa todo el rugby”.
“Hay muchas maneras de sostener la tradición del rugby de clubes. La realidad del rugby de elite es excelente, pero es solo para unos pocos. El rugby de clubes también es espectacular. Con más de cien años en la Argentina es una herramienta de mejora humana con las virtudes sociales e individuales que tiene en su esencia este deporte. El truco estará, creo, en devolverle el verdadero protagonismo y sentido que alcance a todos, los que no son tan buenos, los que son cracks, los chicos y los grandes. Sería una lástima que se termine perjudicando a los clubes, que en definitiva es de dónde surge todo”.
DEVOLVERLE A LOS CLUBES TODO LO QUE NOS ENSEÑARON
“Uno siempre va a estar en deuda con el rugby –afirmó- porque te da tantas cosas en la faz humana que es lo que queda para toda la vida. Cuando me preguntan qué recuerdo de la época en la que jugaba les respondo que casi nada. Lo que sí tengo bien presente es la parte humana, la gente que conocí, dónde crecí y me formé, los vínculos que se crearon para toda la vida. El club es un espacio al que nunca vas a devolverle todo lo que te dio. Uno ve la labor que hicieron a través de tantas décadas en la Argentina como centro de la escena del rugby, que hoy está casi llena por el rugby de elite”.
La superposición de calendarios y los torneos provinciales. De esta manera explicó su visión el ex capitán de Los Pumas: “este año lo poco que se vio por televisión fue rugby de elite y pareciera que es lo único que existe. Sin embargo, los clubes siguieron funcionando, se siguió cortando el pasto, se abrió con restricciones. Todos siguieron adelante como pudieron, viviendo en un estado de esfuerzo muy grande y esperando para volver con su labor. Sería muy bueno que esto se resolviera concretamente de algún modo. Los dirigentes tienen un gran desafío por delante, que requerirá de mucha humildad, creatividad y responsabilidad. En los últimos años el rugby de clubes sufrió un gran debilitamiento, quedando en segundo o tercer plano en la escena del rugby nacional, salvo el torneo de la URBA. Por donde vamos las cosas no dieron los resultados esperados. Creo que se les debe devolver a las provincias la autonomía para programar sus campeonatos locales, donde entran todos los clubes y todas las divisiones de una provincia. Los regionales tienen que tener un carácter complementario y no sustitutivo, porque en estos solo entran los planteles superiores de los clubes que mejor andan. No tienen una idea el stress que genera jugar un regional. Un club debe mandar un equipo de trabajo con el plantel superior, otro con los juveniles que juegan un día diferente y en otro lado y uno más con los infantiles. Un gran stress que te obliga a multiplicar recursos que cada vez son más escasos, es muy frustrante. Sería muy bueno que pudiéramos tener un campeonato local, dónde cada 15 días te juntes en tu club para recibir a tus rivales, a los que después visites en tu provincia y a la vez reducir los costos. Así les das el tiempo necesario para que puedan disfrutar. Los clubes necesitan tiempo, fechas, jugar de local y visitante contra el amigo de tu provincia, ser anfitrión y poder visitarlos. Recrear el ejercicio de la fraternidad del rugby que muchas veces no se entiende porque se está perdiendo. En la dinámica actual tenemos escenas en los terceros tiempos de infantiles, por ejemplo, donde una fila de azules y otra de blancos agarran sus hamburguesas y se van corriendo a su casa. Eso de tercer tiempo no tiene nada, porque el tercer tiempo es para confraternizar, que los más grandes conozcan a los más chicos, aflojar las tensiones de los partidos, agasajar al rival, tener la oportunidad de comportarse como un caballero con tus amigos de otro club. Si el rugby vuelve a ser así está bueno, porque la gente le encontrará un sentido más allá de ser o no un súper crack, porque el 99% de los chicos son de carne y hueso”.
LO QUE PERDIÓ EL INTERIOR
-¿Se perdió lo que vivieron ustedes en la década del ’80?
-En estos últimos años Tucumán perdió casi todo. Perdimos el campeonato tucumano, el seleccionado tucumano y el Campeonato Argentino. En este orden, creo que todos sufrimos lo mismo, Córdoba, Rosario, Mendoza. En Buenos Aires sucedió algo diferente, supongo, por la cantidad de clubes y enormes distancias a recorrer para ir a entrenar. Acá lo más lejos es Concepción, a 40 minutos. Para ir a Don Torcuato tenía una hora y media de ida y otro tanto para volver. No se pueden comparar, porque son todas realidades distintas. Pero ahí está el secreto, en la capacidad para plantear el mejor torneo local según tus circunstancias y después ver cómo integrarse a la región, pero sin condicionantes, para darle vida a los clubes, a los juveniles, infantiles. El rugby no empieza y termina en el rugby de elite, al contrario, esa es la culminación, la cumbre, a la que muy pocos llegan. Hay cientos de miles involucrados en el rugby de clubes. Es arriesgado ordenar todo a partir del rugby de elite. Ya paso algún tiempo y hay evidencias suficientes para sacar conclusiones y hacer ciertos cambios.
“Por ejemplo, del Pladar –prosiguió- ¿cuántos jugadores buenísimos salieron de ese formato y cuantos quedaron en el camino? ¿En qué posición quedan los que no juegan en Los Pumas o no están en el sistema? Cuando vos les pones una dinámica profesional a chicos amateurs puede hacerles mucho daño y al rugby en su conjunto, también. Cada cosa en su lugar. Creo que esa es la próxima etapa del rugby argentino. Si sos amateur, manejas tu método, ecología, dinámica y forma de vivirlo. El profesional, lo hará a su manera. Creo que dos realidades diferentes no pueden manejarse del mismo modo”.
TOMAR DECISIONES PARA BUSCAR LAS MEJORES SOLUCIONES AL PROBLEMA
-¿Y cómo hay que hacer entonces?
-Hay que ver como lo hacen en otros lugares. Nueva Zelanda lo hace bastante bien, no se mezclan. Actualmente se observa a entrenadores en los clubes que plantean a los chicos dinámicas súper estresantes con rutinas de gimnasio y entrenamientos demasiado exigentes para la media. Hoy los chicos entrenan cuatro o cinco veces y deberían jugar el doble de lo que entrenan. A jugar se aprende jugando, no entrenando tanto. Entrenando perfeccionas destrezas individuales, grupales y colectivas. Hay que evitar regímenes que no son para un chico amateur. En las lesiones puede haber una señal, quizás se están exigiendo por encima de sus capacidades. Está bueno aprender todo en la dosis, la forma y la manera adecuada.
-¿A tu criterio cuál es el rumbo a seguir?
-Esa es una responsabilidad de los dirigentes. Dar respuestas concretas. Hay que comprender que al rugby de clubes no se lo puede dirigir como al rugby de elite. La realidad de la Argentina es parecida y heterogénea a la vez. Pienso que las uniones provinciales deben decidir qué es lo más conveniente para el rugby de clubes. En el rugby de elite la UAR debe decidir qué hacer descontando que no sean medidas que en el fondo afecten a los clubes.
Hay que plantear la realidad desde cada Unión, porque todas son distintas. Hace unos años en Tucumán había 2000 o 3000 personas en la cancha en partidos comunes, era una fiesta. Hoy no pasa lo mismo. Si hay 500 tipos de un lado es mucho, en nuestra provincia dejó de ser el programa del fin de semana. Dejar que Tucumán tenga un campeonato tucumano de seis meses y después tres más con los regionales sería muy beneficioso para nuestro rugby local. Y así en Salta o Santiago, por ejemplo, que sucediera algo similar dentro de sus realidades, esas provincias crecerían como no lo han hecho en estos años. Los clubes de cualquier lugar quieren jugar con los mejores de cada lugar y posibilitar eso ayuda al crecimiento del rugby de clubes. En el planteo actual del regional los clubes están distraídos en atender los regionales y no le dan bola al torneo local, entonces se produce una gran depresión en el rugby de cada provincia.
“Una vez vino un Gerente o Director de Competencia a nuestra Unión –continuó Garretón- y dijo: “ustedes tienen que entender que ya no serán más Tucumán, ahora son el NOA. Cayó muy mal eso, porque las uniones no pueden perder su autonomía, no pueden dejar de ser las gestoras de su propio destino. ¿Si pierden esa capacidad, para que están entonces?
Hay que evitar que las uniones provinciales sean condicionadas y ordenadas al rugby de elite.
Además, recuperar el campeonato de selecciones provinciales sería muy bueno. Es un espacio para que muchos chicos amateurs puedan desarrollarse y realizarse a sus respectivas medidas, programándolo en el espacio más conveniente del calendario para que sea una gran fiesta. Pero si lo pones a fin de año o donde la televisión te lo permita, seguro fracasará”.
¿Y cómo se hace para que convivan los dos?
-Por supuesto que pueden convivir, pero sin ahogar al rugby amateur. Cuando jugaba viví el quiebre del rugby profesional. En ese momento había dirigentes que decían: “ni en pedo el profesionalismo” Y yo gritaba por dentro: ¡No, por Dios, dejen que nos preparemos sino nos van a matar! Literalmente yo tenía miedo que alguien se muera dentro de la cancha porque las diferencias eran muy grandes. Tipos que se preparaban como profesionales contra nosotros que nos preparábamos como amateurs. Eran dirigentes con muy buenas intenciones pero que estaban desacoplados con la realidad. Ahora se acoplaron, pero hay que evitar ir al otro extremo. Al rugby de clubes no le da el cuero para este orden planteado. Tenemos que hacerlo al método tradicional, cotidiano, urbano, amateur, entendiendo que el juego es solo una parte del rugby de clubes.
DARLE FUERZA A LOS TORNEOS DE LAS PROVINCIAS PARA VOLVER A LAS FUENTES
-¿Qué hay que hacer entonces?
-Volver a fortalecer el campeonato de cada provincia. Yo te hablo de Tucumán. Hoy los clubes no interactúan entre sí. No lo hacen de un modo organizado. Cuando empieza la temporada los calendarios de juveniles no coinciden con infantiles ni con el plantel Superior. Fui presidente de mi club durante cinco años y te puedo decir que fue un martirio. Tenía que estar los siete días de la semana para el rugby. Así es imposible vivir y disfrutar los clubes y practicar correctamente la tercera parte del rugby, que es el tercer tiempo. Lo que originalmente era un espacio dónde se confraternizaba y practicaba la camaradería, la hospitalidad, la amistad, la solidaridad. Lo que termina siendo el cimiento más sólido que tiene el rugby, el vínculo entre los clubes.
“Pero si los clubes nunca se encuentran –agregó- o lo hacen dentro de unas matrices ajenas al amateurismo, dónde el que gana pasa y el que pierde se queda afuera. Es un stress tremendo, porque no puede ser que en abril estés pensando que si perdés dos partidos te quedás afuera de todo, y en vez de jugar cuatro meses sólo jugás dos. Porque en esos campeonatos, dónde hay que meter 20 equipos en pocas fechas, dividirlos en zonas sin ida y vuelta, dónde dos clasifican y dos se quedan afuera. Entonces, el fin de semana se vuelve una pesadilla y en vez de ir al club, me voy a andar en bicicleta por el cerro. Creo que nadie quiere hacerse mala sangre y menos en el rugby. Por esto creo se perdió mucho el espacio que tenía el rugby en el programa social”.
Para finalizar, Pablo dejó una reflexión final sobre su postura en este momento en el que todos anhelamos que vuelva la competencia: “hay que ayudar a los clubes, no volverlos locos, facilitarles las cosas. En una ocasión como presidente del club preparamos un gran tercer tiempo en un Nacional de Clubes. Me fui a mi casa a llevar a uno de mis hijos y cuando volví ya se habían ido porque tenían el avión a las seis de la tarde. Si al rugby de clubes lo programás sin posibilidad del tercer tiempo, no estas programando un rugby de clubes. Si a los clubes les quitás esa posibilidad, los matás. Recibir a un grupo de jugadores, réferis y dirigentes después del partido, para tomar y comer algo es por donde debe ir el rugby amateur. La lógica del rugby profesional es espléndida para el rugby profesional, pero no para el rugby amateur y lo mismo de la otra forma”.
Fotógrafo: Gentileza de La Gaceta, El Gráfico, Lucas Cejas, de Santa Fe y Pablo Garretón
Fuente: Hernando De Cillia