Corría el año 1965 cuando tres jóvenes, Oscar Bottone, Héctor Canegallo y Roberto Hood, soñaron en grande con la idea de formar un club con el rugby entre sus disciplinas. La tarea no fue para nada fácil. Fueron varios meses en los que la pasión y la perseverancia fueron los motores para que el sueño se convirtiera en realidad. Así fue que el viernes 28 de abril de 1965 quedó grabado en la historia de Monte Grande Rugby Club. Gracias al predio que cedió el ingeniero Pettis, el club tuvo el espacio para comenzar a escribir su historia.
Toda institución tiene nombres que quedarán marcados a través de los años. Uno de ellos es el caso de Mario Monterrosa, que llegó en 1971 y no se fue nunca más. "Caru", como lo llaman los allegados, vivió todos los momentos del club. Los buenos, como el campeonato de Tercera División y la compra de las hectáreas en 1982, como los malos, cuando no pudieron competir entre 1975 y 1976.
Monterrosa es el socio número 51 de Monte Grande, que en diálogo con Rugby Champagne repasó gran parte de su vida en Monte Grande. Un club que desde 1965 es un espacio fértil para la práctica del rugby y el hockey, y de la construcción de valores para la sociedad.
- ¿Cómo y cuándo llegaste al club?
- Llegué en 1971 porque nos llevó un profesor del colegio Nuestra Señora de Monte Grande. Yo tenía 11 años y arranqué en sexta división. En 1978, con 18 años recién cumplidos, pude cumplir mi sueño y debuté en Primera en la Zona Clasificación. A excepción de 1985 / 1986, en donde estuve lesionado y me casé, jugué sin interrupción alguna. Luego, pude volver y me retiré en 1988.
- ¿Cómo eligieron los colores de Monte Grande?
- Los fundadores eran chicos muy jóvenes, tenían entre 17 y 27 años. Cada uno de ellos proponía los que les gustaban o del club de fútbol favorito (para esa época estaba muy de moda Independiente que era campeón de América). Luego de varias discusiones, Roberto Hood, el socio número 2, decidió que fueran tres: negro, rojo y blanco. El negro porque representaba la seriedad con que se encaraba el proyecto y el compromiso por llevarlo a cabo; el rojo por la bravura y el orgullo por representarlo dentro de una cancha; y, por último, el blanco debido a la pureza de los ideales del deporte y la esperanza por perdurar en el tiempo.
- En 1982 lograron el campeonato de Tercera División, ¿Qué recordás de ese equipo y cómo se vivió?
- Fue uno de los años más felices de mi vida, además porque fue muy singular para el club y el país, que estaba con la Guerra de Malvinas. Nosotros lo vivimos con una alegría enorme por haber conquistado el torneo y porque ese mismo año compramos las hectáreas donde hoy está el club. Fueron 17 años tras el objetivo de ascender y poder hacerlo junto a mis amigos, fue una experiencia fantástica.
- ¿Qué sensación tuvieron de tener una casa propia?
- Fue una sensación única. Todos los lugares que alquilamos para jugar, los sentíamos como propios. Nosotros marcábamos la cancha, cortábamos el pasto, construimos los quinchos y muchas cosas más. Con lo cual, cuando compramos el predio, fue una alegría enorme. Nos costó seis años mudarnos porque no era una tarea sencilla. El terreno era un horno de ladrillo, por lo cual tuvimos que trabajar muchísimo para ponerlo en buenas condiciones. Además, hicimos el alambrado perimetral de todo el predio. La sensación de tener tu casa y que todo lo que proyectes pueda servir para la posteridad, fue una sensación indescriptible. Todo nuestro club se hizo y se hace a pulmón, no hubo ninguna varita mágica que nos ayudó. Además, disfruto en todo momento con cada cosa nueva que se construye. Es un lugar de mucha pertenencia.
- Después de seis años para ponerlo en condiciones, ¿cómo fue la inauguración ante el SIC?
- Fue una jornada muy linda y emotiva, con mucha gente en el club. El SIC siempre estuvo muy presente con nosotros, sobre todo a través del "Gringo" Perasso, quien fue un amigo de Monte Grande de toda la vida. Jugamos contra la Primera, un equipo que contaba con Conti, Loffreda y Angelillo. A nosotros nos reforzaron Diego Cash, Rafael Madero y Carlos Gassó. A partir de ahí, disputamos todos los partidos en ese predio.
- Hacia mediados de los '90 estuviste alejado del club por tema laborales. ¿Cómo viviste esos tres años sin Monte Grande?
- Muy difícil desde ese aspecto. Fue una experiencia hermosa y muy buena en lo laboral. Yo volvía tres veces por año desde Corrientes, de las cuales dos solos coincidían con épocas de campeonato. Por lo tanto, trataba de llegar un jueves a la tarde para poder ir al asado que se hacía ese día a la noche y luego ir a ver el partido el sábado. Además, hablamos de mediados de los ’90, donde no existía la tecnología de hoy en día. Esperaba a que llegara el sábado a la noche para llamar a alguno de mis compañeros y preguntarles cómo había salido la Primera. Por ese entonces, La Nación cubría los partidos y yo lo compraba para ver si había, aunque sea una parte chiquita, que me mostrara el resultado del partido. En lo personal y familiar, lo pasé muy bien, pero me faltaba la vida de club que siempre tuve y extrañé mucho. Ahora me sigo tomando revancha de esa época y trato de pasar la mayor cantidad del tiempo posible allí.
- ¿Cómo ves a Monte Grande en la actualidad?
- Lo veo con un orgullo enorme porque cada año está más lindo. Se realizan muchas cosas nuevas, acondicionamiento de las canchas, del club, los quinchos. Hay muchísima gente que trabaja y yo trato de colaborar con lo que puedo porque realmente amo pasar tiempo en Monte Grande. Y, sobre todo, es un orgullo cuando viene gente de otro equipo y te reconoce el trabajo que hacemos. Tratamos de ser grandes anfitriones y me genera muchísima alegría que nos feliciten por las instalaciones que tenemos.
- ¿Qué es para vos Monte Grande?
- Es mi segunda casa y mi lugar en el mundo. Allí están casi todos mis amigos y la gente que quiero. En el club me formé, me hice hombre y aprendí muchísimas cosas que me ayudaron a afrontar diferentes situaciones en mi vida.
Monte Grande buscará ser campeón
En los últimos años, la irregularidad fue una característica del club del sur de la Provincia de Buenos Aires. Entre ascensos y descensos, a Monte Grande le costó asentarse en la categoría en la que ascendía.
El 2019 no fue la excepción. Tras un 2018 brillante, en el que ascendieron a Primera B con una campaña extraordinaria, sumaron 21 éxitos y cinco derrotas. Terminaron segundos detrás de San Andrés. El año pasado no pudieron mantener la división y finalizaron 13º, con 32 puntos (seis victorias y 20 derrotas), posición que marcó el retorno a Primera C.
Para este año, el staff está conformado por el head coach Ignacio Astoreca, Matías Magenta, Matías Almeida, Matías Clerico, Fabián Spina, Leandro Tosoni, Josi Cabanas, Mariano Badía, Leandro Pantano, Juan Pablo Rico, Gabriela Figueira, Darío Farias y Gabriel Barnes.
Hasta fines del año pasado, Astoreca ocupaba el rol de coordinador de rugby y nos explicó cuáles fueron los motivos por la irregularidad de los últimos tiempos: "Tiene que ver por cuestiones de rendimientos y cambios en la configuración del campeonato. Es un período de transición donde estamos consolidando una idea de juego que, más allá de los resultados, fortaleció el plantel superior. Sabemos que estamos en un proceso que implica etapas con resultados a corto, mediano y largo plazo. Si leemos los resultados fuera de la tabla de posiciones, logramos armonizar, sentir y hacer una idea de juego en todas las divisiones. Decidimos apostar muy fuerte por el compromiso y el esfuerzo planificado, para transformarlo en acción con metas de rendimientos y resultados".
Sobre la metodología de los entrenamientos durante la pandemia, explicó: "Los jugadores siguen muy comprometidos. Entrenan todos juntos los lunes, martes, jueves y sábados vía Zoom, mientras que los demás lo hacen de manera individual. Estamos cohesionados y juntos en esta dura etapa, bancamos a aquellos que tienen algún problema personal. Me siento muy orgulloso de formar parte de este compromiso que asumió todo el plantel".
Por otro lado, nos comentó cómo veía al plantel para este año: "Comenzamos a trabajar a fines del año pasado. Realizamos un postemporada muy buena en diciembre y enero. Y en febrero arrancamos con la pretemporada. En cuanto a las altas, tuvimos un incremento en la cantidad de jugadores y estábamos con grandes expectativas. Subieron un muy buen número de jugadores de M19 que venían trabajando bien. Por el lado de las bajas, hubo jugadores que por cuestiones personales tuvieron dar un paso al costado".
Para finalizar, destacó cuáles eran las metas para este año: "Nos propusimos cuatro objetivos, dos cuantitativos y dos cualitativos. Con respecto al último, buscamos conformar un grupo social y deportivo homogéneo, y que sea ambicioso. Queremos integrar al plantel superior a la vida del club de manera constante y que se genere o refuerce una sinergia en relación a pertenecer a esta comunidad, situación que estamos cumpliendo. Por el lado deportivo, queremos mejorar los indicadores de rendimiento individual y colectivo tanto como los aspectos físicos y el juego, que no llegamos a analizar porque sólo disputamos un amistoso. Y finalmente, queremos ascender a Primera B y ser campeones de las tres categorías".
Con 55 años de pasión por el deporte, Monte Grande buscará la unión de todos para ser el gran animador de Primera C.
Fotógrafo: Mario Monterrosa.
Fuente: Agustín Rousseaux - Rugby Champagne.