El entrenador asistente de Los Pumas relató cómo un problema de salud que lo alejó de las canchas, le mostró lo más valioso que tiene este deporte: sus valores.
Martín Gaitán, a sus 41 años, lejos de atravesar la “crisis de los 40”, se lo ve como el más reflexivo y equilibrado del cuerpo de entrenadores de Argentina. Su estado zen no es algo que adquirió en Japón durante los últimos días. Su carrera como jugador de rugby terminó de un día para otro por un problema cardíaco, pero su capacidad le permitió estar presente en las últimas tres Copas Mundiales.
Aquel dolor en el pecho de 2007
Nació en Paraná, provincia de Entre Ríos, Argentina. Con tan solo 18 años dejó a su club de origen (Estudiantes de Paraná) y se fue a estudiar a Buenos Aires, donde jugando en el Club Atlético San Isidro, llamó la atención de los seleccionadores juveniles argentinos.
“Jugué el Mundial Juvenil de 1997 en Argentina, con jugadores como Ignacio Corleto (37 caps, 3 participaciones en RWC). Después, me llamaron para el Sudamericano de Mayores en 1998, donde debuté con Los Pumas y siempre estuve en las convocatorias, pero jugué poco. Para el Mundial de Australia en 2003, ya jugaba en Biarritz (Francia) y no estaba en la lista de Argentina, pero cuando se lesionó Lisandro Arbizu, me llamaron y pude ir”, recordó sus inicios con el seleccionado.
“En 2007, Marcelo Loffreda (entrenador) me seleccionó para la Copa Mundial de Francia. Hice toda la preparación en el Club Newman y en el centro de entrenamiento Atheletes Performance, en Pensacola, Florida, Estados Unidos, y en un partido de preparación antes del Mundial contra Gales, me pasa lo del corazón”. El hecho que marcó un antes y un después en su vida, pasa de largo sin mayor desánimo, como una herida cerrada que puso en práctica todos los valores que el rugby le enseñó.
“Cuando jugaba en Francia, ya había sentido dolores en el pecho y me hice los análisis correspondientes, pero las ecografías no mostraban nada, por lo que pensé que era algo muscular”, comenzó el relato.
“Antes del partido con Gales me empezó a doler el pecho y cuando terminó, me sentía muy mal, por lo que le avisé al médico del equipo. Fuimos al hospital a hacerme unos estudios que al principio no mostraron nada, pero después se vio que había sufrido un accidente en el corazón y una pared de la arteria se había desgarrado, lo que era algo serio”.
Los primeros comentarios del doctor no fueron buenos y describieron la gravedad del problema: “El médico me dijo que este caso nunca lo había visto en una persona viva”. Sin embargo, Martín reconoció que tuvo suerte: “Por suerte, la arteria no estaba totalmente obstruida porque ahí ya no tenés tiempo de salvarte”.
“En la operación me colocaron un stent y al día siguiente me dijeron que no iba a poder seguir jugando al rugby”.
De jugador a entrenador
Pasado el temblor, Gaitán contó cómo fue su traspaso hacia el mundo del otro lado de la línea de cal. “Volví a Francia, a Biarritz, y empecé a entrenar a los equipos juveniles y me fui involucrando en cosas relacionadas con el juego. Comencé con el análisis de video, luego en el centro de formación y más tarde con el equipo profesional”.
En 2008 llegó su primer contacto con el seleccionado nacional desde su nuevo rol como entrenador. “Para las ventanas internacionales de junio y noviembre, me ofrecieron colaborar con el staff de Los Pumas y lo hice de esa manera hasta 2011. Cuando Argentina se incorpora al Rugby Championship en 2012, me volví a vivir a Argentina y comencé a colaborar con Pampas XV. Luego, Daniel Hourcade me invitó a formar parte del staff de Los Pumas para Inglaterra 2015 y fue una experiencia increíble”.
En 2016, Argentina logró ingresar al Super Rugby de la mano de Jaguares y Martín Gaitán también integró ese cuerpo de entrenadores. Fue el único que mantuvo su posición tras el cambio de staff en 2018 y pasó a dirigir al equipo junto a Mario Ledesma y Nicolás Fernández Miranda. Luego de una exitosa temporada en la que Jaguares pudo por primera vez disputar los playoffs del campeonato, el equipo de trabajo se hizo cargo de Los Pumas.
Testigo presencial y protagonista de la verdadera transformación que atravesó el rugby argentino en los últimos 15 años, el “Negro” habla de un “proceso con un montón de gente invisible, pero siempre hubo un plan y el crecimiento fue exponencial. Fue un crecimiento que se puede constatar, no es algo subjetivo”.
La mística Puma
“No pienso mucho en el futuro, voy viviendo el día a día”, resuena la frase que en el contexto de la historia de Gaitán toma una magnitud enorme. “He aprendido mucho, lo disfruto mucho y las experiencias aportan mucho”.
“Cuando pasó lo del corazón, me apoyé mucho en la gente que estaba a mi alrededor, en ese momento fue el equipo. A pesar de estar viviendo un Mundial, en ningún momento ellos dejaron de preocuparse por mí y de ocuparse. Hubo muchos gestos, llamados en forma cotidiana, estando presente en momentos importantes, haciéndome participar de alguna u otra forma”. Así explicó su lazo con el equipo de Los Pumas que logró la medalla de bronce en 2007, más allá del abrupto corte de su carrera como jugador.
“El equipo estaba muy unido, tenía una energía especial, con líderes muy capaces. Yo no siento que no haya vivido ese Mundial. Yo lo viví a través de ellos y no solo lo viví, lo disfruté a través de ellos”.
El relato ya toma forma de una historia de vida. Y de valores y de hechos, gestos, compromisos, hermandad, confianza, trabajo, unión, confraternidad. Todas palabras que parecen formar parte de la liturgia Puma. Eso que muchos llaman mística.
“Fueron pasando los años y seguimos viviendo cosas, hoy desde mi lugar en el cuerpo técnico. Para nosotros, la mística existe. Esto no tiene que ver con las generaciones ni con profesionalismo, ni dinero, ni nada, son cosas que se transmiten y los chicos de hoy lo reciben. La forma en que viven, disfrutan y piensan el rugby”.
Fuente: Gentileza World Rugby.