El pilar de Samoa sueña con volver a su país con el objetivo de fomentar el crecimiento del rugby para que sean jugadores de 'primera línea'.
Paso de vender pan y pescado en un pequeño mercado de un humilde pueblo, a disputar una Rugby World Cup. Ahora Logovii Mulipola quiere que otros jóvenes sigan su ejemplo para convertirse, no solo en jugadores de rugby profesional, sino para fomentar el puesto que más le gusta, el de pilar.
El experimentado forward samoano de 32 anos que se inició en el rugby profesional jugando en Inglaterra desde el 2011, ayudaba a su familia en su adolescencia, trabajando en otros quehaceres para que puedan llegar a fin de mes y al rugby no lo tomaba como algo serio.
"Mi mama cocinaba fa'apapa (un pan tradicional samoano) y con mi hermano lo vendíamos en el mercado. Mi papá pescaba y también vendíamos sus trofeos ahí", recordó Mulipola.
"Adoro seguir haciendo esto cuando vuelvo a casa, vamos al mercado a vender pescado y otras cosas".
Dura realidad
"Es bastante duro volver a casa porque muchos allá y, especialmente mi familia, es pobre. Somos familias pobres mas allá de que trabajemos", contó.
Aunque aclaró: "Nosotros no somos familias pobres en la vida, somos ricas en espíritu. Lo conseguimos a medida que crecemos, ayudando a nuestros padres y hermanos”.
Mulipola, que comenzó de titular ante Rusia y Escocia, nunca olvidará los interminables partidos de rugby en su pueblo natal, Manono-Tai: "Podíamos empezar siendo tres o cuatro jugadores, y terminar con 16 o 17 por equipo con niños y ancianos que se sumaban a la diversión".
"Ahí algunos empezaban a tacklear y ya podíamos saber quién se destacaba. Ahí ya empezaba a haber contacto y todo empezaba en el pueblo, sino pasabas por esto no llegabas a ningún lado".
En el 2009, el pilar samoano se mudó a Nueva Zelanda para jugar en Hawkes Bay y dos años después firmo con Leicester Tigers, hasta el último año que pasó a Newcastle Falcons.
Una de las mayores motivaciones de Mulipola fue la de poder financiar a su familia. "Tengo una familia numerosa y cada mes les envío una suma de dinero para ayudarlos. Siempre me pongo contento".
También, pudo comprobar la gran evolución de las naciones que integran las Islas del Pacífico y espera algún día ayudar a esos jóvenes a que puedan desarrollar todo su talento.
"Me encantaría estar en la formación del rugby de Samoa. Sé que no todos quieren jugar de pilar y quizás pueda ayudarlos con las técnicas aprendidas en Leicester y Newcastle. Todo esto para poder ayudar a las nuevas generaciones".
Cuando vuelva a Samoa algún día, seguramente volverá a jugar esos típicos partidos de rugby que le encantaba participar donde juegan habitantes de todas las edades. "La verdad es que extraño esos días jugando rugby y divirtiéndome con la gente de mi pueblo".
Fuente: Gentileza World Rugby.