Catalina y Federica son parte de una historia que merece ser contada.
Ellas son dos de las muchas niñas que se decidieron a probar desde muy chicas el rugby.
Empujadas por el ejemplo y apoyo de su familia, empezaron a jugar con los varones en el rugby mixto y a fuerza de tackles se ganaron el respeto de sus pares. Hoy, y con tan solo 14 años también son parte del plantel superior del femenino del equipo de Núñez y disfrutan a pleno del deporte que más les gusta.
SUS PADRES, SUS HERMANOS, EL RUGBY Y LA HERENCIA FAMILIAR
Todo arrancó con una linda amistad entre dos padres, que como tantos otros van en busca de sus hijos a la salida del colegio.
Uno es, Pablo Birger quien ya había colgado los botines hacía algunos años. El otro, José María “Pepe” Rodríguez Justo quien aún no se daba por vencido y seguía despuntando el vicio con su querido RON XV (el equipo Senior de rugby de Centro Naval).
Así con el paso del tiempo Pepe, el que estaba en actividad, logró convencerlo a Pablo, el otro papá, para que vuelva a calzarse los cortos, se ponga los botines y salga otra vez a la canchas. Este, a pesar de la edad y con sus 45 abriles a cuestas no dudó ni un instante, porque sabía lo que eso significaba: pasar un grato momento haciendo el deporte que lo había formado en la vida.
De esa manera y porque siempre la pasión puede más, hace borrar el paso del tiempo y hasta esconde los almanaques de nuestro cuerpo, Pablo comenzó a entrenar, a jugar de nuevo al rugby, el deporte que lo formó tanto de pibe como durante su juventud, y una vez más, como lo había hecho en sus años mozos, volvió a ser adoptado por una nueva familia, la de RON XV del club Centro Naval.
Y hacia allí fueron también sus afectos. No fue extrañó entonces que María José Alonso, su esposa; Juan Ignacio y Pablo, sus hijos se encolumnaran detrás de él. Todos los que amamos este juego sabemos que el rugby es un deporte que suele arrastrar a las familias enteras; en principio a ver los partidos, luego a los terceros tiempos y poco a poco lo que comienza como un simple acompañamiento al equipo se convierte en una gran comunidad, al sumar a cada uno de los integrantes de la familias al club.
Es un clásico que se junten las mujeres al costado de la cancha, ya sea a charlar y tomar mate, para sacar fotos del partido o simplemente a mirar el juego y disfrutar de una jornada de sol o porque no viento y frío, bancando al deporte que tanto nos apasiona.
Por lo menos eso era así hasta hace poco, antes de esta nefasta pandemia, y esperemos que lo vuelva a ser luego de que se controle la misma. Por eso, anhelamos que los chicos puedan volver a corretear y jugar entre ellos con alguna pelota, que no importa como pique; ni si es redonda u ovalada.
Lo único importante es practicar deportes en el club de cada uno y poder divertirse en los diferentes grupos que se arman de nuestra gran familia del rugby, la de los voluntarios de los 574 clubes de la Argentina que siguen con su pasión inalterable a pesar de todo.
CATA Y FEDE, LAS MELLIS, SUS COMIENZOS Y EL PROGRESO HASTA LLEGAR A PRIMERA
Así fue que Juan Ignacio, a los 15 años entró por primera vez a una cancha de rugby…Lo que nadie esperaba es que después de él, el último varón; ellas, Cata & Fede, o las conocidas mellis, como le dicen todos; también quisieran sumarse un año después, siguiendo los pasos de su hermano mayor y la herencia familiar.
Así llegaron las famosas Mellis al club Centro Naval, a entrenar primero con la M13 y convertirla en otra división mixta de infantiles de la URBA. El equipo las recibió muy bien y ellas no solo supieron ganarse su lugar, sino que además consiguieron el respecto y la admiración de todos sus compañeros al verlas entrenar, jugar y sobre todo tacklear.
No sé sabe si es algo genético o supieron interpretar a la perfección la técnica que tanto Pedro “Brutus” Escudero, como su entrenadora Maria Victoria “Vicky” Zanela les enseñan en cada entrenamiento; pero parece ser que “las Mellis” tacklean como si fueran las mejores jugadoras del seleccionado argentino.
Además que las esté acompañando Vicky en la formación como su entrenadora, las ayudó a conseguir la adaptación desde adentro, porque Zanela es una gran jugadora del club de Núñez y sabe defender con orgullo los colores de Centro en la primera división.
LA ÓPTICA DE VICKY COMO ENTRENADORA Y COMO COMPAÑERA DE LAS MELLIS
“Cata y Fede, llegaron al club en marzo. Yo estaba feliz de poder entrenarlas, era la primera vez que iba a hacerlo con mujeres en rugby. En un principio se las veía tímidas y poco a poco se fueron soltando y así se abrieron su camino en la división. Pasaron a formar parte de un equipo que venía jugando junto desde hacía muchos años”, arrancó diciendo la entrenadora.
“Los chicos las recibieron como a cualquier otro compañero nuevo. “Las Mellis” llegaron llevando además a una amiga, Jade; para sumarla también al equipo”. De esa forma no solo fueron ellas dos las “nuevas”, sino que eran tres las nenas de 14 años que se acoplaron al equipo de Núñez.
“Yo, además de ser entrenadora de rugby infantil, soy parte del plantel superior del femenino del club. Entonces comenté en un entrenamiento que en la división que entrenaba había algunas nenas, y enseguida Agustín (el entrenador) me dijo que las invite”, nos comentó Vicky.
Y prosiguió: “A mediados de junio, más precisamente el jueves 17, fue el primer entrenamiento de las chicas con el plantel femenino. Las recibimos con los brazos abiertos, y al ver que empezaron a entrenar desde tan chicas y se suman a jugar nos da muchas esperanzas de que el deporte que tanto nos da y enseña, poco a poco siga creciendo. Es un plus enorme entrenar con ellas, señala Vicky, ya que entonces dejan de ser mis jugadoras y pasan a ser mis compañeras”.
SUMARSE A COMPETIR JUNTO AL EQUIPO DE PRIMERA
“Ya jugamos un partido juntas y debo admitir que tuve mucho miedo por ellas, sabía que iba a ser un antes o después. Entraron a la cancha muy tranquilas y en ningún momento parecía que estaban jugando su primer partido con nosotras”.
“La verdad, la rompieron toda y lo que tenían que hacer lo hicieron. Yo estuve ahí, a su lado, mirándolas con muchísimo orgullo. Fue un momento único”, relata emocionada Vicky.
“La verdad que nos enorgullece que nuestras infantiles puedan llegar en un tiempo no muy lejano a ser un semillero para el femenino del club. Eso es algo que se va a ir consiguiendo con el paso del tiempo” finaliza la hoy compañera de “las Mellis” .
Esas Mellis, Cata y Fede, las mismas que llegaron como dos nenas a probar como era jugar al rugby, y hoy poco tiempo después ya están en la división superior de Centro Naval, con tan solo 14 años jugando a la par de las demás y tackleando al que se le ponga adelante.
Crecieron de golpe, lo disfrutan y pasaron de jugar en infantiles a ser parte de la primera división del femenino de Centro Naval, pero lo más importante es que lo hicieron con esa pasión inigualable y el apoyo incondicional de su familia, esa familia que les dejó marcada a fuego la herencia por el rugby.
Fuente: Jorge Ciccodicola