Noticia

La discriminación y el rugby

La discriminación y el rugby

En estos días escuché en los medios y en la calle, todo tipo de comentarios sobre Pablo Matera, los Pumas, el Rugby y la discriminación.

No sería fiel a mis ideas si no expresara mi opinión.

Hay personas que son discriminadoras, practiquen el deporte que practiquen y persona que se auto discriminan hagan lo que hagan.

El rugby y su “esencia”  nos llegó desde Europa. Hace más de 50 años, para un test mach Argentina Francia, en el programa figuraba la ocupación de los jugadores. Los franceses eran albañiles, policías, mecánicos, junto al nombre de uno de los jugadores argentinos decía estanciero. 

Yo viví la discriminación. En un partido de quinta división que jugué para un club de Avellaneda, en un destacado club de la zona norte, me dieron como tercer tiempo un ticket para retirar un sándwich y una bebida en el bufet. También, en otro club de similar nivel, viví la experiencia de ver al entrenador, levantar a sus jugadores que se habían agrupado en un rincón de la mesa y sentarlos intercaladamente con nosotros. No es el deporte, son las personas.

Recuerdo que en los primeros tiempos del CAR (cuando no teníamos ni cancha ni sede) me encontré con una amiga de toda la vida y le propuse que trajera a su hijo a jugar. Me respondió que no porque éramos de otra elite. La auto discriminación estaba en su mente.

Los Pumas y clubes como Banco Nación aceleraron el cambio. En la dirigencia de la UAR también había una clara división. Del grupo de los “populares” tengo un grato recuerdo de Ángel Guastella (Pueyrredón) y Julián Gutiérrez (Banco Nación)

El Rugby no fomenta la discriminación, todo lo contrario, aquel que se acerca a jugar porque piensa que accede a un estatus superior, descubre que la realidad es otra o cambia su manera de pensar o busca otro deporte.

En los últimos años el rugby ha dado innumerables  muestras de inclusión  y colaboración con todos los que lo necesitan. El desarrollo del rugby en los pueblos originarios, Rugby sin fronteras, el proyecto Virreyes, los Pumpas, los Espartanos que ya están en 65 unidades penales, 21 provincias  y 7 países.

Este verano vivimos un horroroso y repudiable crimen cometido por un grupo de jóvenes que eran jugadores de rugby. Si animo de disimular la gravedad de este aberrante crimen, quiero observar que en todas las crónicas la palabra “rugbyers” se mencionó más veces que el nombre de los imputados, atribuyendo al deporte la culpabilidad de tremendo crimen. De enero a junio de 2020 hubo 1.040 asesinatos en Argentina, no recuerdo haber escuchado o leído la mención del deporte que practicaban los victimarios y si sucedió paso desapercibida. 

El rugby debe continuar su incansable tarea de formación, los entrenadores deben estar más presente que nunca dentro y fuera de la cancha. Los violentos deben ser apartados y si piden el pase para jugar en otro club, ese certificado debe informar sobre su conducta. La dirigencia debe estar a la altura de su investidura, saber reconocer errores, evaluar los arrepentimientos y discernir  entre los genuinos reclamos y los arteros ataques planeados.

Son tiempos nuevos, difíciles, nada justifica declaraciones racistas y xenófobas dichas con espíritu discriminatorio. Un error que varios cometimos involuntariamente, allá lejos en el tiempo, contando chiste para animar un tercer tiempo.

Horacio “Nene” Gerardi



Fuente: Horacio Gerardi