En un gran partido jugado en el Oita Stadium, golearon a los Wallabies por 40 a 16. De esta manera, el equipo de la Rosa es el primer semifinalista. Gracias a una gran defensa y a su efectividad cada vez que tuvieron chances de marcar, dejaron afuera a uno de los campeones del mundo. Además, en el duelo de dos viejos conocidos y de los mejores entrenadores del rugby mundial, Eddie Jones le ganó la pulseada estratégica a Michael Cheika.
Fue un duelo de alto nivel y a la altura de lo que se esperaba. Inglaterra en su plenitud, tanto en defensa como en ataque, y con muchos puntos altos en su formación. Australia con destellos y arrestos individuales, pero con la sensación de que no alcanzaba para superar a un rival en semejante nivel.
Los australianos arrancaron mejor, con dominio y posesión. Inglaterra se mantuvo bien en defensa y aguantó el primer embate de los Wallabies. En esos minutos iniciales fueron más los de Cheika, que buscaron quebrar pegados a las formaciones y poniendo a Inglaterra a defender más que a atacar. Lealifano abrió el marcador con un penal recto a los palos, 3-0 para los Wallabies.
El scrum era la batalla del comienzo. Mejor los oceánicos, no dejaban cómodos a los británicos, que sin embargo tuvieron la más clara a partir de esa formación. Pocock pescó una pelota increíble en un ruck cuando los ingleses llegaban con sus forwards. Pero en la siguiente, los europeos anotaron su primer try, con una espectacular secuencia luego mover la pelota de un costado al otro de la cancha y llegar por izquierda al try de May (7-3).
Y no perdonaron en la siguiente salida. Australia atacaba y entraba en las veintidós inglesas. Pocock tiró un pase corto que Inglaterra recuperó gracias a su presión defensiva. La contra fue perfecta y May apoyó el segundo try (14-3).
El partido no daba respiro. A los 25 minutos, Lealifano achicó con otra patada por penal de Slade (14-6) y enseguida volvió a aumentar Farrell (17-6) para Inglaterra. Curry y Underhill eran una máquina de tacklear y el hooker George daba una clase de como un primera línea podía ser la puntada inicial para atacar. Por el lado australiano, se jugaban cada pelota para quebrar, con Kerevi o Koroibete (el mejor Wallabie) como puntada inicial. Sobre el final, el apertura de Brumbies volvió a sumar con el pie para cerrar el parcial de 17-9 para Inglaterra.
En el comienzo del segundo tiempo, Australia se puso en partido. Aprovecharon un error inglés en el manejo y no perdonaron en la primera acción ofensiva. Una gran corrida de Koroibete los dejó a uno de distancia (17-16), pero los británicos no iban a dejarlos reaccionar. De salida marcaron el tercero. Esta vez bien profundos con sus delanteros y Sinclair apoyando debajo de los palos (24-16). Para colmo, en la siguiente y gracias a otra pelota trabada por su hooker, Jamie George (de notable partido), generaron un scrum y forzaron otro penal, que la “mira” de Farrell no perdonó (27-16) y que a quince del final volvió a sumar (30-16).
Los diez minutos finales fueron todos de Inglaterra. Dominaron el scrum, complicaron la obtención en el line y con el maul se sintieron cada vez más cómodos. De esa formación, generaron un penal más que Farrell acertó a sólo siete del final (33-16). Y la frutilla del postre llegó minutos más tarde, con una intercepción de Watson y una nueva conversión de Farrell (20 puntos), 40-16.
Inglaterra quedó entre los cuatro mejores del mundo. Algo que esperó y trabajó durante cuatro años, luego de la gran frustración y eliminación en su propia casa en 2015. Y lo hizo con mucha autoridad. Como para pensar que esta vez no dejarán pasar su oportunidad.
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Fotógrafo: Gentileza World Rugby.
Fuente: Hernando De Cillia - Rugby Champagne.