El Hurling es considerado el deporte nacional irlandés y junto con el fútbol gaélico son parte de la tradición deportiva de aquel país. Sus orígenes se remontan a los tiempos de los Druidas, pero por estas latitudes se empezó a practicar un 5 de agosto de 1900 en la actual Plaza Irlanda. Ese día nació como primer equipo el Buenos Aires Hurling Club, que si bien no tuvo personería institucional, puede entenderse como un precursor del club que hoy conocemos.
Fue más adelante, un 27 de agosto de 1922, que jóvenes inmigrantes irlandeses fundaron la Federación Argentina de Hurling con el fin de organizar el torneo que ya incluía varios equipos. En 1941, los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial imposibilitaron la importación de los Hurley Sticks, indispensables para la práctica del Hurling. La especificidad de tal elemento deportivo truncó cualquier intento de fabricación local y así el popular deporte irlandés quedó condenado a la inactividad.
Acorde a su milenaria historia de encontrar oportunidades en tiempos difíciles, los irlandeses usaron la “Crisis de los Hurleys” de 1941 para unificar los equipos de la federación en un único club irlandés bajo la actual denominación de Hurling Club. Al no poderse jugar más al Hurling, los socios se volcaron al hockey (que ya tenía representativo femenino) y al rugby.
Como muchas instituciones, Hurling empezó con una idea y muchas voluntades. Tras pasar por varios predios alquilados, fue el 25 de mayo de 1948 que inauguró el propio con un partido ante Pacific (San Martin). El club también superó un incendio devastador en 1955, que algún sobreviviente habrá recordado con emoción el 22 de septiembre de 2018 cuando inauguró su ansiado anexo.
Rugby Champagne conversó con el capitán del primer equipo, Andrés Wade. El tercera línea es referente y además portador de un apellido que se remonta a la historia de la institución irlandesa.
- ¿Cómo fue la pretemporada?
- Empezamos en febrero con cuatro días de entrenamientos obligatorios. Estamos adaptándonos a algunos cambios en el staff. También estamos con un cambio grande en el sistema de defensa que al principio nos costó, pero luego nos adaptamos bastante bien. Toda la pretemporada fue en el club y para el receso programamos una mini-gira para la segunda ronda, pero por ahora se cortó todo.
- ¿Quiénes son los entrenadores y preparadores físicos que mencionás?
- Algunos miembros del año pasado siguen, pero la cabeza de los entrenadores cambió. Se sumó Maximiliano Mauriño, que fue uno de los entrenadores de 2014/15 cuando jugamos en Grupo I. Además, están Matías Ekmekdjian y Maximiliano Burtin, que ya trabajaban en funciones específicas con los backs y el line. Este año, los tres serán head coaches. Por suerte, son gente del club que ya nos entrenó en años importantes. Los preparadores físicos son Mariano Scally, que esta desde hace unos años, y Carlos Miguel Sánchez, que también jugaba en el club, pero llevaba un tiempo alejado.
- ¿Cómo fueron los amistosos?
- Tuvimos dos: uno con Montevideo Cricket, que trajo dos equipos, pero como nosotros tenemos cuatro, alternamos. Después tuvimos uno más completo contra Banco Nación y ahí se empezaron a ver cosas muy buenas en todos los equipos con una misma línea de juego y sistema. Es una lástima que se haya cortado.
- ¿Qué altas y bajas tuvo el plantel?
- No tuvimos muchas bajas. Te puedo mencionar a Mariano Posee que se retiró. Y como altas subieron varios jugadores de M19 de buena calidad. A lo mejor no la cantidad que esperaba, pero son chicos que realmente juegan muy bien al rugby y eso nos viene muy bien.
- ¿Algunos nombres nuevos para seguir?
- Soy preparador físico de las juveniles del club y por eso los conozco bien. Te puedo nombrar a Joaquín Testa, que juega de pilar derecho, y entre los backs a Bautista Sánchez Rizzi y Pablo Parareda.
- ¿Cómo se tomaron la suspensión de actividades?
- Claramente creo que a todos nos va a afectar. Hacemos entrenamientos vía Zoom cuatro veces por semana. Los preparadores físicos nos dan un plan de trabajo, lo controlan y manejan las intensidades. También hacemos análisis de video en grupos. Generalmente, los sábados usamos la reunión para hablar del juego en particular, un par de jugadores preparan una presentación y discutimos temas de defensa y ataque. En mi caso, que soy tercera línea, nosotros, por ejemplo, usamos los domingos para revisar formaciones como el line en lo que respecta a posesiones propias y del rival. Es clave tratar de llegar lo mejor posible en lo físico a la reanudación.
- ¿Cómo está el club?
- La gente está tirando para el mismo lado. El club está creciendo y está más lindo. Ahora tenemos un anexo a 100 metros con tres canchas, dos de ellas iluminadas. Es espectacular porque hace que no usemos tanto el club durante la semana y que la cancha 1 esté 10 puntos. Estamos muy contentos y de a poco le vamos agregando cosas.
- ¿Cuáles son los objetivos para 2020?
- En el plantel tenemos objetivos internos, pero como grupo lo que buscamos es ascender. El año pasado, la Intermedia y las dos Pre anduvieron muy bien. Se pusieron como objetivo terminar entre los cuatro primeros y lo cumplieron. En Primera nos costó bastante la segunda parte del año, pero tenemos un plantel grande y el objetivo de todos es ascender.
En 1942, Hurling jugó con Lomas Athletic y Saint Andrews. Esos dos primeros partidos le valieron la afiliación a la Unión de Rugby del Río de la Plata. Desde entonces y con suerte dispar, el club irlandés nunca faltó del rugby vernáculo. Su última incursión en la máxima categoría la consiguió el 11 de octubre de 2014 cuando derrotó a Liceo Militar por 44 a 31 y aseguró su ascenso al Grupo I, donde compartió zona con clubes como el SIC y Alumni en 2015 (finalizaron novenos con sólo dos victorias en 11 encuentros).
De aquel gran triunfo, del que se recuerda a Tomás Salvagni, el plantel conserva apellidos como León, Pierazzoli, Bustinduy, Camusio, Pereyro o el propio entrevistado Andrés Wade, que ingresó en el segundo tiempo de aquel partido decisivo. Desde su reubicación en Primera B, Hurling demostró momentos de gran calidad de juego, pero fue víctima de su propia irregularidad en la lucha por ascender.
El verde siempre está y puede sorprender a cualquiera. Como ejemplo basta revisar la campaña de Champagnat que en 2018 tuvo un paso arrollador por la categoría. El Marista, que peleará por subir al Top 12 esta temporada, no pudo frente a Hurling, que le provocó dos de las cuatro derrotas de ese año (25-14 y 17-5). En 2019, el verde peleó todo el año, pero sobre el final resignó su lugar en el repechaje a manos de San Patricio.
En 1957, el club dejó de lado diseños y colores para encolumnarse detrás del sólido y vivo verde irlandés. Ese que simboliza el color de la esperanza, la misma que tienen en Hurlingham por conseguir el anisado ascenso.
Fotógrafo: Gentileza Hurling Club y Carlos Silva (Rugby Champagne).
Fuente: Darío Procopio - Rugby Champagne.