Los testimonios fluyen, algunos quedan en el camino por la vorágine del día, otros vuelven a trascender desde los apuntes acumulados y los cambios de ciudades con el paso de la competencia. Todos con una imagen en común: argentinos diseminados por el mundo que se juntan para alentar a Los Pumas
Claudio Antonio Uría vive en Palma Mallorca desde hace 23 años. Tocó fondo como tantos argentinos que están desparramados por el mundo y salió a flote. En la previa del debut de Los Pumas en Marsella nos encontramos en la calle, estaba con su hijo menor, Bruno Antonio, viajaron para alentar al equipo argentino y nos contaron parte de su historia.
Estaban entre la calle y la vereda con una bufanda alusiva que tenía de un lado los colores de Inglaterra y del otro los de Argentina, Bruno desplegaba en toda su extensión el “tesoro” que le había comprado a un italiano a pocas cuadras de la cancha por sólo 10 euros, para que su papá Bruno le sacara una foto.
La imagen impactaba por la forma en que los dos se preparaban para alentar al equipo, eso invitó a comenzar la conversación. Nos presentamos para ver la bandera y en la charla, entre Claudio y Bruno, nos contaron una de las historias de los tantos argentinos que viven por el mundo y no pierden la oportunidad de juntarse para ver a un equipo nacional y de paso, acercarse por un rato, a su patria.
Los Uría son de Córdoba y se mudaron a Mallorca hace 23 años. Claudio Antonio Uría jugó en Aero Rugby Club de esa provincia y se fue a España en el 2001. Tenía un restaurante y lo agarró el corralito, se fue con su mujer y sus tres hijos, Matías Nicolás (30 años), Micaela Soledad (28) y Bruno (26) que sólo tenía tres en ese tiempo.
Pero a los dos años de estar en España, Marisa Dana Demarchi, la esposa de Claudio, se enfermó y todo se empezó a complicar: “Mi mamá tuvo cáncer con metástasis y en tres años la enfermedad se la comió. Mi papá se hizo cargo de sus tres hijos y nos crió trabajando muy duro. Que yo recuerde nunca nos faltó nada, hizo de papá y mamá” –comentó Bruno con mucho orgullo-.
¿Cómo es que vinieron a ver a Los Pumas? –le preguntamos: “Salió de improvisado, hace cinco días me avisó mi viejo que veníamos a Francia y comprábamos las entradas acá. De una le pedí el día a mi jefe, queríamos vivir toda esta energía. El resultado no nos importa tanto, más bien se trata de vivir todo esto juntos, en compañía de mi viejo, tener un recuerdo para siempre, inolvidable”.
Después de muchos tiempo afuera el país, Claudio se emocionó al contar que era lo que sentía: “Hace 23 años que estoy en España, voy cada dos años a ver a mi viejo y cuando vuelvo me largo a llorar. ¡Se extraña loco! Cuenten lo que cuenten, vivís afuera y terminás siempre extrañando. No hay como Argentina, te lo juro”.
Junto a Claudio abrazados, Bruno, el hijo menor, no dejó de destacar lo que su padre hizo por él y sus hermanos: “Para mi papá es un héroe, una figura a seguir. El tipo puede tener mil cosas malas como todos, pero él sólo nos sacó adelante a los tres, como camarero, sin un mango, todo invertido en quimioterapia farmacéutica, etcétera. Hasta dónde yo sé, nunca me faltó ni un plato de comida, ni una camiseta, ni ropa, nada. Es un ejemplo a seguir, puedo estar muy orgulloso de él”.
Con respecto a lo que viene para la Argentina, Claudio nos dijo: “Espero que ganemos, así la fiesta es completa. Hay que demostrarle al mundo que tenemos algo que los demás no tienen: corazón y huevos”.
Unos días después
Los Pumas perdieron con Inglaterra y luego le ganaron a Samoa. Se vienen Chile y Japón para saber qué es lo que pasará después del 8 de octubre. Desde Mallorca y en comunicación por whatsaap mientras desarrollaba su tarea diaria en el restaurante “El Gaucho del Mar Cala Ratjada” ubicado en un pueblo al norte de Mallorca llamado Arta, y que comparte junto a su socio, Federico Ezequiel Acuña, no dijo lo siguiente: “La sensación que queda es que el equipo puede dar mucho más. A los que nos gusta el rugby sabemos que Argentina es mejor. Da la sensación que se puede: como pasó en Marsella hay que seguir gritando y alentando”.
¿Qué significó haber ido a Marsella con tu hijo?: “Vivir cosas con los hijos como lo hicimos todos en el Mundial de Fútbol en una TV gigante, es inolvidable. Por más que dimos muchas vueltas, ir al aeropuerto, tomar un tren, conseguir las entradas, ahí estuvimos. No obstante el resultado, la experiencia de hacer algo juntos -como dice la propaganda- “no tiene precio”. Para todo lo demás están las tarjetas de crédito”.
Y terminó con una gran reflexión: “Esto es inolvidable, te llena y emociona. Cuando te vas a vivir lejos siempre tu corazón está en la Argentina, que por lo que veo, es uno de los pocos países que la gente se va y siempre extraña. Estoy muy feliz de haber vivido este momento”.
Argentina, como desde que empezó el Mundial se hace notar en las tribunas. La gente acompaña y viene desde los lugares más insólitos para alentar. Claudio y Bruno fueron unos de ellos. Dos argentinos que dejaron todo por volver a gritar por una camiseta.
Fotógrafo: RCH
Fuente: Jorge Ciccodicola y Hernando De Cillia