Andre Moore, el cocinero que está alimentando al plantel, reveló qué se necesita para tener combustible en una campaña de RWC.
Alimentar durante siete semanas a 31 jugadores de rugby hambrientos, requiere una precisión casi militar. Simplemente hay que preguntarle a Andre Moore, cocinero del equipo de Gales, quien se ha estado preparando para la Copa del Mundo en Japón desde el año pasado.
Entre otras tareas, hace tres meses tuvo que organizar el envío de 24 pallets, tres para cada hotel, para que todos los alimentos nutricionales que los jugadores necesitaban, llegaran a tiempo.
“En gran medida es un ejercicio de logística", dijo Moore, quien ha estado con el equipo desde el 2015. “Había seis hoteles sólo para la etapa de grupos. También estamos planificando los cuartos de final y lo que pueda venir después”.
"Se enviaron menús a los hoteles con meses de anticipación para que tuvieran tiempo de sobra para que nos pudieran hacer cualquier pregunta. Enviamos muchas recetas e imágenes de la comida que queríamos, ya que la cultura alimentaria aquí es un poco diferente a la de Gales”, contó Moore.
"Pero toda la comida es fresca y de origen local. Y si, por ejemplo, queríamos pasta y sólo podían conseguir fideos, entonces no hay problema con eso".
Los jugadores de rugby necesitan en promedio 3.500 calorías al día, formadas por alrededor de 250g de proteínas (1.000 calorías), 450g de carbohidratos (1.600 calorías) y 100g de grasas (900 calorías), para tener combustible para su pesada carga de trabajo en los entrenamientos.
Moore es el encargado de asegurarse de que obtengan la alimentación correcta, pero que no se cansen de una dieta constante de pollo, pescado y pasta.
"Tenemos que equilibrar las comidas para que los jugadores obtengan la nutrición que necesitan, pero sin aburrirse", dijo Moore, quien trabajó en el premiado restaurante Le Gavroche en Londres y también en Francia, España y Devon, antes de regresar a Cardiff. "La clave es que no sea demasiado repetitivo”.
"Tienen que comer mucho pollo, pero no quieren ver pollo todos los días, así que tratamos de variar los platos y alternar alimentos y sabores. También a veces les damos algo dulce como cheesecake, pero no en todas las comidas”.
Moore, que trabajó en la base de entrenamiento del equipo en el Vale of Glamorgan antes de unirse a ellos a tiempo completo, está acostumbrado a encontrar soluciones a los difíciles desafíos culinarios.
Este año, en una concentración en Suiza, para poder mantener a los jugadores alimentados mientras trabajaban a 1800 metros, tuvo que transportar su equipo de parrilla a través de las góndolas hasta una montaña.
Los principales problemas con los que se encontró en Japón, son la barrera del idioma y los huevos. "En algunos casos, le tuve que mostrar a los chefs locales cómo preferimos que cierta cosa se haga, por ejemplo los huevos poché. A un par de hoteles les resultó difícil hacerlo bien. Pero les mostré y lo hicieron. Es una cultura diferente y su desayuno es completamente diferente al nuestro”, explicó el chef.
“Ha sido una experiencia fantástica. Desde la perspectiva de un chef, es increíble ver cómo se hacen las cosas en otro país”.
“Yo cocino, superviso o a veces hago un poco de ambos, dependiendo del hotel donde estemos. Los japoneses tienen mucho orgullo, pero están felices de que yo los guíe. También incorporamos comida japonesa a nuestro menú. Los jugadores aman el sushi de acá”.
Moore también reveló que adquirió una nueva habilidad en Japón. "Aprendí a hacer un omelette con palillos. Nunca había hecho eso antes, pero una vez que puedes controlar los palillos, el método es bastante similar".
Fotógrafo: Gentileza de WRU.
Fuente: Gentileza World Rugby.