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Blues se impuso ante la historia

Blues se impuso ante la historia

Tras dieciocho años de sequía, la franquicia que representa a las uniones de Auckland, Northland y North Harbour consiguió el cuarto título de su historia. Los tres anteriores habían sido en 1996, 1997 y 2003.

Desde la época dorada en la cual brilló gracias a jugadores como Carlos Spencer, Rupeni Caucaunibuca, Doug Howlett, Mils Muliaina y Keven Mealamu, en el norte de la isla Norte jamás se había tenido una posibilidad concreta de volver a tocar el cielo con las manos. Hasta ayer, claro. Frente a más de 35 mil espectadores que coparon el mítico Eden Park, su hogar en Auckland, los dirigidos por Leon MacDonald -NdR: quien casualmente fue rival de aquel histórico plantel del 2003. Representó a Crusaders, franquicia en la cual es un emblema- dejaron atrás viejos fantasmas y dieron ese paso adelante que les había costado en el Super Rugby Aotearoa: fue 23-15 sobre Highlanders, lo cual derivó en la obtención de la primera edición del Super Rugby Trans-Tasman. 

Pero analizar el partido no es el objetivo de estas líneas, sino ir más allá. Para Blues, que se quita de encima una pesada carga sobre su espalda, esta coronación significa, palabras más, palabras menos, renacer. Ya había dado muestras de ser un equipo distinto a aquel que caminaba las canchas durante la etapa de John Kirwan y la era Tana Umaga. Y fue con este último que se generó el quiebre: a comienzos de 2019, la leyenda de los All Blacks aceptó salir del centro de la escena para convertirse en asistente defensivo del nuevo mandamás, Leon MacDonald, quien arribaba a la "ciudad de los veleros" como un entrenador en formación, aunque con el antecedente reciente de haber liderado a Tasman a las finales de la Mitre 10 Cup en 2016 y 2017 -NdR: sucumbió frente a Canterbury en ambas definiciones-. 

Entonces, ¿qué cambió desde la irrupción de MacDonald en la vida de Blues? En primer lugar, el exjugador del seleccionado neozelandés y gloria de los 'Saders mejoró ese cambio parcial que había introducido Umaga. En 2016 y 2017, más allá de que los resultados generales no fueron los mejores, las sensaciones al dejar el terreno de juego eran mejores. Se seguía perdiendo contra oponentes kiwis, claro,como de costumbre, pero ya, al menos, había una identidad, una razón para creer que el camino escogido era el correcto. Pero esto se potenció a niveles exponenciales durante el 2019, con la victoria frente a los 'Landers, en el Eden Park, para cortar una racha de tres años sin éxitos ante escuadras situadas en suelo maorí. Pero más aún en el 2020, ya con un plantel dominante a través del talento de Beauden Barrett, los hermanos Akira y Rieko Ioane, el capitán Patrick Tuipulotu y otros jóvenes diamantes en bruto (Caleb Clarke, Mark Telea, Hoskins Sotutu, etc). 

En el 2021, en cambio, se esperaba mucho pero el primer tramo del camino fue decepcionante: Tuipulotu y sus compañeros estaban encaminados a la final hasta una caída sobre el cierre en Hamilton frente a unos Chiefs que se vieron potenciados por la mente brillante de Damian McKenzie. Posteriormente, dos resultados adversos más (contra 'Landers y Crusaders, en Dunedin y Christchurch, respectivamente) lo cual provocó que los ochenta minutos finales fueran protagonizados por los 'Saders y Chiefs. 

Cuando todo parecía perdido, Blues se mostró ante las miradas del mundo ovalado y sacó un as bajo la manga: el dominio en el Super Rugby Trans-Tasman. Sabía que debía apabullar a los escollos australianos para ser parte del último espectáculo de la campaña. Un último hueso a roer, posiblemente kiwi, asomaba en el horizonte, muy a lo lejos. Pero, en primer lugar, había que focalizarse en los puntos bonus. Y pasó. Paso a paso, la nómina encabezada por MacDonald sumó de a cinco en tres ocasiones y de a cuatro en las otras dos restantes. De esta manera, garantizó albergar la final. Sí, frente a su gente y con todo el pasado detrás, pero allí estaban al fin y al cabo. 

Y lo último es conocido por todos: Blues logró vencer a la historia más que a Highlanders. Los de Otago y Southland eran, visto desde un lugar más amplio, un simple obstáculo del verdadero demonio al cual se debía derrotar, que era ni más ni menos que casi dos décadas de fracasos y disgustos. 

Señoras y señores, Blues está de regreso. Batió a la psicología y a sus propios límites. Ya no existe más esa barrera. Como dice la famosa frase en inglés, "the drought is over", que quiere decir "la sequía se ha terminado". Ahora será turno decranear el 2022, un año que contará con un Super Rugby renovado. Se sumarán Moana Pasifika y Fijian Drua para, finalmente, darle el reconocimiento a las naciones del Pacifico que alimentan seleccionados tanto en el hemisferio sur como en el norte. Beauden Barrett estará de regreso, se sumará Roger Tuivasa-Sheck (estrella de la National Rugby League, de Australia, con los Warriors, de Nueva Zelanda), Dillon Hunt estará recuperado para ser una alternativa más en la tercera línea, Caleb Clarke no tendrá que dedicarle tiempo al juego reducido y se mantendrá la base que rompió la Matrix al volver a gritar campeón. Van por más.



Fuente: Santiago Ángel