Esta es otra de las grandes historias de los clubes que conforman el rugby de Buenos Aires. La que cuenta como en la ciudad de las siestas, donde viven 70 mil habitantes y la “Fiesta del Salame Quintero” es un acontecimiento cultural, el esfuerzo y la dedicación de las familias hicieron grande a una institución.
A cien kilómetros clavados de la Plaza del Congreso de la Nación, pasando por la ciudad de Luján, sus instalaciones se encuentran en el sector de deportes del “Parque Municipal Independencia” de Mercedes, una ciudad de siestas tranquilas y unos setenta mil habitantes.
El actual club fue fundado el 8 de mayo de 1994, pero en la ciudad se jugaba rugby desde mediados de los setenta, siempre de la mano de Carlos López Escrivá, un enamorado de este deporte, formador de jugadores y dirigentes, y personaje indispensable en todo sentido, que hoy sigue cuidando al club, pero desde otro lugar.
Por ese entonces, el rugby era mucho más sacrificado que ahora, ya que se entrenaba cómo y dónde se podía: en un lote baldío prestado, un sindicato, una plaza o cualquier lugar donde hubiera una ovalada. Eso se consideraba “el club” y las duchas eran unas mangueras.
Pero, hoy la realidad de Mercedes es otra. Merced al sacrificio de jugadores, dirigentes, familias y sponsors, el club cuenta con ciertas comodidades, que antaño eran impensadas por el más optimista de los socios.
Un presente soñado
En la actualidad, las instalaciones del club mercedino, que luce camiseta con los colores amarillo, franjas rojas y cuello rojo, cuentan con dos vestuarios con baños y duchas, sector de quincho para rugby y hockey con buffet, vestuario para árbitros, edificio para gimnasio, secretaría, pañol y baño para personas con movilidad reducida, tres canchas de rugby con medidas reglamentarias, una de infantiles, cancha de hockey sobre césped y sector libre para entrenamiento de ambas disciplinas.
Casi en etapa de finalización, se encuentra el quincho para veteranos, que albergará a los más de 50 “Vintages” del club.
La mayor parte de todo esto fue y es construido por las propias manos de los jugadores y socios. Aunque por estos días, los planteles cuenten con comodidades que les permitan concentrarse mayormente en entrenar, ya no tienen que ocuparse de cortar el pasto de la cancha y marcarla, o planificar los entrenamientos. Hace años, la institución comenzó a “profesionalizarse”, aunque aún todo se hace a pulmón.
Los que estudian o trabajan en la Capital, tienen a disposición una combi que los traslada a Mercedes para entrenar y los vuelve a dejar en sus casas después de cenar en el club, la comida que preparan los veteranos.
El rugby en etapa de crecimiento
El cuerpo técnico está encabezado por Jorge “Mundo” Kasparián, el head coach, acompañado por Darío Barsotti, Martín Silvestre, Alejo Marciano, Germán Vigolongo y Mario García en el staff. Rodrigo Bengoechea es el mánager de la división superior.
Luego de años de trabajo planificado, Mercedes ascendió a “Segunda División” en el 2018 y en el 2019 jugó el repechaje por un nuevo ascenso a “Primera C” contra Luján, que mantuvo su categoría a superarlo por 37 a 5.
Para este año, el plantel superior está compuesto por cerca de setenta jugadores, pero experimentará varias bajas de importancia, ya que algunos jugadores se recuperan de lesiones que requirieron intervenciones quirúrgicas.
Hoy, en tiempos de pandemia, la realidad de Mercedes Rugby Club no difiere a la del resto de los clubes: el Sector Deportes del Parque Municipal se encuentra cerrado y sólo permanece en el club Alejandro, el encargado de su mantenimiento.
La ciudad se encuentra aislada y sólo se puede acceder a ella por dos únicos ingresos. Por medios electrónicos, el cuerpo técnico baja semanalmente el plan de entrenamiento a desarrollar en la cuarentena y los jugadores, en sus respectivos hogares, intentan mantenerse físicamente bien.
Con esos recursos, por ahora, todo es una incógnita. Pero, a esta altura, todos los clubes están en las mismas condiciones y la desventaja es general.
Por eso, por el momento, en el cercano oeste, las siestas son más tranquilas que de costumbre.
Fuente: Diego Cárdenas - Rugby Champagne.