Es argentino, jugó 119 partidos para Italia e integró los mejores equipos de Europa. Sus comienzos en el rugby, su último partido en Gales y su presente en el exitoso programa “Tú sí que vales”.
Se fue de Argentina a los 19 años a cumplir un sueño. Jugó para Italia 119 partidos e integró los mejores equipos de Europa. Puso el cuerpo hasta los límites, igual que la pasión por su deporte. Dejó un legado de amistad y compromiso hacia sus compañeros en todas las camisetas que vistió. Es argentino y de Italia, sus amigos lo llaman Castro.
La comunicación de una hora entre Roma y Buenos Aires pasó como una charla de café. En el cierre de la nota la pregunta fue un resumen de todo lo que dejó la muy amena conversación, con una reflexión que lo pinta de cuerpo entero: ¿Martín, qué es la vida para vos?: “La vida es como una pelota de rugby: no sabés nunca para dónde va a ir. Hay que acostumbrarse y tirarse arriba de ella. No esperar que pare de picar, sino, no la frenás más”.
La familia y los orígenes
Hijo de Humberto y Stella, con dos hermanos llamados Inés y Maximiliano, Martín es oriundo de Paraná, Entre Ríos. “El abuelo Castro nació en la Argentina, se llamaba José María. El que era italiano fue mi bisabuelo, Ángel, que nació en Sicilia, en Franco Forte”.
Los padres siempre estuvieron en Paraná, Maximiliano jugó en Italia e Inglaterra y luego se volvió a la Argentina. Inés está casada con el también jugador de rugby samoano Logovi’i Mulipola, con el que tuvieron gemelos y actualmente viven en Newcastle, Reino Unido.
De chico hizo básquet, natación y físico culturismo hasta los 17 años, siempre en el Club Echagüe. La realidad es que él quería jugar al rugby: “Mis amigos de la escuela estaban siempre juntos, jugaban en el Club Atlético Estudiantes. Y yo estaba enamorado de ese deporte, por la amistad que veía en mis compañeros. El problema era que mi vieja no quería. Entonces tenía que hacer algo para jugarlo. Un día me hice echar: empujé a un árbitro de básquet y me suspendieron. Así fui al Club Estudiantes, dónde empecé a jugar a los 17 años”.
Los comienzos en el rugby
“Mi ídolo total en el rugby era Tati Phelan –cuenta Martín- ex jugador de Los Pumas y entrenador en el Mundial 2011. No había otro cómo él. Me acuerdo que en el Mundial ’99 hizo el récord de tackles. Cuando lo iban a saludar se los sacaba de encima porque no aguantaba el dolor en los hombros. No era un jugador muy grande ni el más fuerte que esperabas ver, para mí eso era impagable”.
Su paso por Los Pumitas
Todo pasó muy rápido, porque ya en Menores de 19 años y después en Mundial M21, Martín representó a la Argentina. En el Sudamericano entrenado por Roberto Lucke y Coco Benzi, en el M21 por el Ruso Sanz, Ricardo Imhoff y el Huevo Hourcade: “Jugué con varios de esa época, con muchísimos hicimos ese camino: Fede Peralta, Pato Albacete, Juan Martín Hernández, Rafa Carballo”.
“La verdad es que salté varias etapas –continua-. En mi segundo año de M19 fui directo al M21, estaba Daniel Graco en esa época. En un viaje de estudios me rompí el tobillo, entonces no estuve en las fases preparatorias. Volviendo de un M19 Graco me agarró y me llevó directo al M21”.
En uno de los mundiales juveniles (FIRA M19 en Francia) le tocó enfrentar a Italia y jugar contra el cordobés Gonzalo Canale, el único argentino que integraba ese equipo.
¿Cómo fue la etapa previa hasta irte del país?
“Me fui ante que explotara todo en el 2001. Viajé a Buenos Aires a jugar al CASI, donde estuve entre seis y siete meses. La idea era estudiar y trabajar, pero la verdad es que yo sólo quería jugar al rugby”.
“Nunca fui a la universidad, mi cabeza estaba puesta en el rugby. Recuerdo a mi tía Gloria –que en paz descanse- que me ayudaba y me mandaba dinero para estudiar desde Paraná. Yo le decía que estaba en la facultad de computación, que no existía, porque en realidad no iba. ¡Pobre tía! –recuerda Martín, como juntándose las manos- ¡Cuánto le mentí!”
Así, a los seis o siete meses de estar en el CASI tomó la decisión, fue justo antes del atentado de la Torres Gemelas y la crisis social en la Argentina.
¿Cómo fue ese proceso?
“Fue muy duro, una decisión muy difícil. No podía seguir así, no iba a estudiar nunca y tampoco podía dejar que me mantuviera mi tía y mis viejos. En los torneos previos ya me habían contactado de Italia. Y ahí fue una de las pocas veces que se iluminó mi cabeza. Me dije: ¡Me voy a Italia!”.
¿Y qué pasó?
“No sé si recordás, en esa época se iban todos. Y yo demoré la decisión, porque decían que si te ibas del país no jugabas más para la Argentina. Pero tuve uno momento de lucidez. Si quería jugar y ser profesional no tenía que pensarlo demasiado. Era irme o quedarme a esperar un llamado. De todas maneras, fui el único de esa época que llamaron a Italia para jugar en el M21 para la Argentina”.
¿Cómo fue, Martín?
“Cuando estaba en Calvisano, Italia, me llamaron para jugar mi segundo año de M21 para Los Pumitas. Fue increíble, me habló Graco. Pero en Italia se dieron cuenta y me invitaron a ir con ellos al M21 para después integrarme a la selección mayor, fuimos con Sergio Parisse. Me llamó John Kirwan, que era el entrenador neozelandés. Terminaba el Tour con el M21 y me incorporaba a la mayor”.
“Imaginate –recuerda- a mí se me cayó el mundo. Fue la decisión más difícil de mi vida. Como siempre traté de hacer las cosas bien. Lo llamé a Graco, le conté lo que me pasaba y le dije que me diera una semana para contestarle. Lo mismo hice con Kirwan”.
“Hablé con mis viejos, mis amigos…. Por supuesto, con Graco. Él fue muy importante para mí, empujó para que me convocaran, me hizo jugar con 19 años en M21 en una época en que venir de Paraná no era lo mismo que jugar en Buenos Aires. Nunca tuve la oportunidad de agradecérselo en persona. Hizo mucho por mí. Obviamente cuando hablé por teléfono no le gustó mucho, el hacía su trabajo. No entendía, como mucha gente, que yo jugara para Italia. Pero son decisiones. Después lo llamé a Kirwan y esa fue mi historia.
El arribo a Italia
Con 19 años llegó a Calvisano, en Brescia, Lombardía, para jugar profesionalmente en el club de rugby de la ciudad. ¿Cómo fue esa llegada?
“La verdad hay que tener suerte en la vida y yo la tuve. Cuando llegué a Calvisano estaba Fabio Zitelli, un fullback que jugaba en el club y fue capitán mío en Paraná. Me recibieron como un hijo. Era grandote pero tenía 19 años, era un bebé. Ahora porque tengo la barba y me quiero hacer el malo, pero si me la corto tengo cara de nene, siempre la tuve”.
“Me ayudaron un montón me trataron como si fuera de la familia. En esa época los que llegaban a la Academia vivían en una casa en la campiña, en el medio de la nada. Para los que no lo conocen, Calvisano es una ciudad de campo, que en ese entonces tenía entre 2000 y 3000 habitantes. Esas dos noches la pasé mal, el calor y los mosquitos fueron tremendos”.
“Siempre recuerdo que cuando tomé el avión para irme a Italia, que yo me hacía el macho que iba a vivir sólo con 19 años. Cuando se apagó la señal del cinturón de seguridad del avión me encerré en el baño y estuvo diez minutos llorando”.
La cadena de favores
“Después de esos días, Fabio me llevó a su casa y me quedé unas semanas con él. Fue muy importante para mí. Con el tiempo yo lo hice con todos los que llegaron a los clubes dónde estuve. Lo hice con Facu Isa, González Amorosino, con muchos argentinos y fijianos. No sabés lo que es llegar a un hotel, solo, sin hablar el idioma, ir a entrenamiento y volverte a tu casa. Es fundamental tener un lugar en el que te traten bien y te den una mano para que puedas arrancar. Conmigo lo hicieron y por eso yo lo hice siempre dónde estuve y cuando pude. Me los llevaba a vivir a casa. Me gustaba mucho, es como una cadena de favores. Es clave para empezar, especialmente cuando llegás a un equipo nuevo y lejos de tu familia. Haciéndolo, sabés que ellos después lo van a continuar. En Calvisano estuve cinco años, me divertí muchísimo, crecí un montón. Pasaron varios argentinos: Gabi Bocca, Mazzino, Zitelli, Arboit”.
El debut en la Azzurra
“Después de jugar el Mundial M21 en Sudáfrica me incorporé al equipo mayor que estaba de gira por Nueva Zelanda. Debuté contra los All Blacks (8 de junio de 2002) entré por el gordo Martínez Frugoni (ex SIC) en el segundo tiempo. Imaginate, en el Mundial ’99 miraba el Haka por televisión y ahora los tenía ahí, enfrente. En esa época Jonah Lomu (ícono del rugby de Nueva Zelanda fallecido en 2015) ya estaba mal. Cuando ingresé en el segundo tiempo estaba al lado mío, también entró él. Yo me decía: 'No puede ser que yo esté acá'”.
En 2002 fue la primera vez que enfrentó a Los Pumas: ¿qué pasó por tu cabeza Martín en ese partido?
“Los primeros años contra la Argentina fueron duros. En mis comienzos el scrum no era mi fuerte, así que los sufrí a Grau y a Reggiardo. Y el jugar para otro país, para muchos, era como una traición. Con los años al jugar en Francia e Inglaterra con los chicos del seleccionado, empezás a conocerlos más como persona, las cosas cambian. Entienden que sos un jugador profesional. Para mí lo importante es respetar el país en el que jugaste antes”.
“Me hice una promesa: no cantar el himno italiano cuando jugaba contra la Argentina. Por como soy, por respeto al país que me hizo llegar a dónde estaba. La decisión que tomé, tal vez muchos no la entendieron. Pero yo soy así. Claro que no fue fácil la primera vez escuchar el himno, miré hacia el piso y no levanté la cabeza. Después uno se acostumbra, porque la vida te ayuda a superar muchas situaciones. Pero cuando canté el himno italiano lo hice con mucha pasión, porque debo respeto al país que me dio todo”.
¿Cómo se siente un argentino que vive en Italia y la representó?
“Si vos pensás tengo más años en Italia que en la Argentina. No es una cuestión de allá o acá. Me siento de las dos. Obvio que Argentina tiene un lugar muy grande en mi corazón. Pero la vida me hace ver que será muy difícil que vuelva. Organicé mi vida para estar acá. No quiere decir que me olvide de dónde vengo. Hasta cuando me retiré lo hice en mi club, Estudiantes de Paraná. Creo en los valores, los represento y trato de respetarlos. Si yo dije que amaba a Estudiantes, tenía que volver, por todo lo que me dio y porque gracias a ese club llegué a dónde llegué”.
La Nazionale
Castrogiovanni jugó 119 partidos internacionales para Italia. ¿Qué representó para vos?
“Nunca jugué al rugby por los números. Tuve la suerte de ganar muchas cosas, jugar en grandes equipos. Pero la verdad nunca lo viví como un tema personal. Es más, tengo muy pocas cosas, las camisetas las cambiaba con los jugadores que respetaba y las otras las regalé. Creo que tiene mucho más valor darle la camiseta al que ama este deporte y viene a verte, que hacer un cuadro y decir yo gané esto o lo otro”.
Sus entrenadores en la selección
John Kirwan, Nueva Zelanda (2002-2005): “Me ayudó muchísimo. Llegó en un momento muy importante para el rugby italiano, que era semi profesional. Trajo un staff que por primera vez que tenía tantos integrantes como nosotros dentro de la cancha. Una estructura muy importante. Él me puso a trabajar con Franchino Properzi, un pilar derecho de la camada que llevó a Italia al 6 Naciones. Me puse a ver videos y gracias a él, mi scrum mejoró muchísimo”.
Pierre Berbizier, Francia (2005-2007): “Me dio mucho espacio en el equipo y sumó muchas personas para trabajar con el plantel”.
Nick Mallet, Sudáfrica (2008-2011): “Fue uno de los momentos que más se ganó. El equipo tenía un gran espíritu, porque él transmitía mucho, era una persona de un gran corazón. Tenía mucha empatía, una gran llegada al grupo. La primera vez que le ganamos a Francia por el 6 Naciones entró llorando a la cancha, contagiaba mucho”.
Jacques Brunel, Francia (2012-2016): “Obtuvimos buenas victorias con un rugby no tan estructurado como el de Mallet. Podías jugar más libre. Me ayudó a tener una voz en el equipo”.
“Tengo muy buenos recuerdos de los cuatro, si me preguntás, tengo mejores con Kirwan y Mallet porque era más propenso a ese juego. Los franceses jugaban más al estilo anglo-gales”.
En los grandes clubes de Europa
El paso por Leicester fue uno de los grandes momentos en la carrera de Castrogiovanni. Así lo recuerda Martín: “En Leicester, dejé un gran pedazo de mi corazón. Ahí empecé a ser un jugador profesional de rugby. Con la estructura que tienen, como te entrenabas, estaban en los pequeños detalles. Sólo tenías que pensar en jugar al rugby. Por eso nos fue tan bien. Ganamos muchas cosas. Hubo un año que llegamos a las tres finales y ganamos dos. Wasps (Wasps Rugby Football Club) ganó la de Europa porque se preparó mejor, pero en esa época se jugaba cada una semana. Después la cambiaron y ahora hay más descanso entre una y otra. Era increíble, parecía un equipo de militares por cómo nos entrenábamos. Uno de los más lindos de los que jugué”.
¿Qué es el Toro Ayerza para vos?
“Es como si fuera un hermano, crecimos juntos, vivimos juntos. Pasamos muchas cosas en el club, aunque éramos muy diferentes. Él era un pilar tranquilo, el que estudió. Yo, en cambio, todo lo contrario. En esa época –ahora no te lo dicen- cuando llegaban a Leicester te preguntaban: ¿Vos sos argentino como Ayerza o Castrogiovanni? Ganamos muchas cosas juntos, tenemos mucha amistad y respeto. En Toulon jugué con Corcho Fernández Lobbe, Facu Isa. Ese equipo era un All Star Game, estaban Jonny Wilkinson, Matt Giteau, Bakkies Botha, Carl Hayman”.
¿Qué jugador te impresionó dentro de una cancha?
“Wilkinson era un animal, hacía todo bien. Se entrenó para la perfección. Giteau estaba al mismo nivel, pero era más natural. Si perdíamos un partido, no por culpa de él –recuerda Martín sobre Wilkinson- volvíamos en el colectivo y después de tres o cuatro horas de viaje se hacía prender las luces del estadio o de la cancha de entrenamiento para ponerse a patear. Nunca vi un jugador así. Pero el laburo paga, ¿no?”.
Final en Racing 92
El final fue en Racing de París. Con un contrato que no llegó a su fin, porque lo sancionaron y desvincularon por un viaje a Las Vegas donde se lo vio en unos festejos con los jugadores de fútbol del PSG.
¿Y el cierre en París, Martín?
“De Racing tengo lindos recuerdos, fue el último año de mi carrera. Seguramente me equivoqué en muchas cosas, pero no es como parece. Sin embargo, era un cierre esperado, porque venía de una lesión en el mundial. Lamentablemente no lo pude terminar como quería. Por la suspensión no me dejaron entrar a saludar a mi equipo para explicarles mi versión de lo que pasó. Y por cómo soy yo, por lo que representa el rugby para mí, cuando te sacan esa posibilidad no me pareció justo”.
La lesión en el Mundial 2015
Inglaterra 2015 no fue un grato recuerdo para Castrogiovanni. Después de dos partidos –completó 14 caps en cuatro mundiales– le descubrieron un neurinoma en la zona lumbar y tuvo que dejar el torneo.
Así lo recuerda: “Sentía algo en la columna que lo trataba como un dolor en el nervio ciático. Es difícil de explicar. Vos conocés tu cuerpo cuando uno juega a cierto nivel, sabés si estás bien o no. Yo me daba cuenta que llegaba tarde a todos lados, algo no funcionaba. Me hicieron una resonancia y me dijeron que el día siguiente debía volar a Italia. No me querían decir por qué. Pero como todas las cosas, los ingleses describen médicamente todo al pie de la letra. Vos leías el informe y parecía el fin del mundo”.
“Cuando llegamos a Italia nos vio el Doctor Fornari, que nos explicó que era una forma tumoral en los nervios, grande pero no maligna. Así que me operaron y al mes ya estaba jugando de vuelta”.
El final con la Azzurra
Dejar de jugar, una decisión siempre difícil para cualquier deportista. ¿Cómo fue la tuya Martín? “Un deportista tiene que saber cuándo tiene que dejar. Y a mí no me costó, porque por mi forma de ser dominante en el juego ya no lo podía hacer. Sufrir con los dolores, ya no podía a ese nivel”.
“El último partido fue en Gales, nos comimos 70 (67-14, el 19 de marzo de 2016). Ese día fue especial. Lo sentí desde el himno, fue el día que más lloré dentro de una cancha. Te das cuenta que es el último, que se terminaba un ciclo”.
La vida en Italia
Casado con Daniela Marzulli desde el 2020, el presente de Martín lo encuentra trabajando en un exitoso programa de la TV italiana, en Canal 5: “TÚ SI QUE VALES”, con un formato donde se presentan los participantes para mostrar sus talentos ante un prestigioso jurado, con un jugoso premio en euros. Allí está junto a la súper estrella de la TV italiana, la argentina Belén Rodríguez y Alessio Sakara, luchador italiano semipesado de Bellator MMA.
Castrogiovanni, además, tiene una Academia de Rugby en Piancavallo y Campo di Giove, donde durante cada año hace una colonia de vacaciones específica de rugby.
Con un futuro afincado en Italia, la pregunta final fue dirigida hacia los afectos: ¿Martín, que es la vida para vos?: “Es el rugby, es la amistad. Son los valores que me enseñaron desde chico. Pueden ser tus amigos, tu matrimonio, tu trabajo. Pienso que la vida hay que disfrutarla con las personas que te hacen bien, que son tus amigos y tu familia. Y que hay que sonreír, porque los problemas van a estar siempre. Yo digo que la vida es como una pelota de rugby: no sabés nunca para dónde va a ir. Hay que acostumbrarse y tirarse arriba de ella. No esperar que pare de picar, sino no la frenas más”.
Sencillo, auténtico, amigo de sus amigos, frontal. De Paraná a Italia, sin escalas. Con el rugby como escuela, sigue su camino mientras escribe su historia. Es Martín Castrogiovanni, Castro para los amigos.
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Fuente: Hernando De Cillia