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Lanús, el Principado de los Archubi

Lanús, el Principado de los Archubi

Sebastián es el mayor de la dinastía y a los 38 años continúa haciendo magia como apertura en la Asociación Lanús RC. Rodrigo es el “del medio”, el futbolista que alcanzó la fama. A los 34, y en el Sportivo Dock Sud, le puso fin a la carrera que incluyó su inicio en Lanús y los títulos en River y la Selección Juvenil Sub 20. Alexandro, el más chico y amateur, no escapa a los genes de los “Archu” y se divierte “jugando a la pelota” con amigos. Sólo es cuestión de tiempo el ingreso al mito popular que señala: “De los hermanos, ese era el mejor”.

Sebastián Archubi nació un sábado 4 de julio de 1981, el mismo día semanal donde cada “finde” tira un rever pass, un sombrerito o pide palos. “Pantene” comenzó a jugar al rugby en 1999, a los 18 años, en las Juveniles de la Asociación Lanús.  Un año más tarde formaba parte del plantel superior y su primer tackle se lo pegó a quienes sostienen que no se puede aprender de grande.

En su primer año de Superior, “Sebi” fue Mención de Honor y un año después recibió el Cap “Vikingo”. Quince años más tarde volvió a ser Mención y posee las medallas de haber jugado 10 y 20 años consecutivos en Primera. Honores de batalla que coleccionó como wing, centro, fullback y apertura, siempre fiel a su estilo de jugar, de divertirse en una cancha. Y como en la vida no todo es color de rosa, el más grande de los Archubi sufrió un año de suspensión. Todo ocurrió un mal nacido sábado donde lo traicionó su temperamento. Una dura y ejemplar sanción que impartió el Comité de Disciplina de la URBA, que escuchó su descargo, pero que no llegó a oír su arrepentimiento. Ese paso oscuro hoy es un aprendizaje que transmite a los más jóvenes que comparten un vestuario. 


Rodrigo, el Campeón del Mundo junto a Messi y Agüero

Cuatro años son los que separan a Sebastián de Rodrigo, el segundo hijo del matrimonio conformado por Ana María y Néstor. “Rodri” nació el 6 de junio de 1985 y con 17 años debutó en la Primera de Lanús como carrilero por izquierda. Se destacó en el “Granate” y fue convocado a la Selección Juvenil Sub 20 campeona del Mundial de Holanda 2005, junto a Messi, Agüero y Gago. Se fue al fútbol griego, jugó la Champions con el Olympiakos y fue repatriado por River. En Núñez tocó el cielo con las manos cuando fue campeón y también conoció el infierno, cuando sufrió la pena de 3 meses por doping positivo. Cumplida la sanción, Rodrigo estaba dispuesto a pelear por un lugar en el equipo, pero la institución millonaria le bajó la persiana en un hecho que nunca quedó claro. Sin ser tenido en cuenta, siguió entrenando separado del plantel hasta finalizar su contrato.

Quizás la mala coincidencia de un parate que también había padecido Sebastián, haya servido como experiencia en la familia y en especial al futbolista para ponerse de pie y hacer lo que más le gusta a los Archubi: “Jugar a la pelota”. Breve paso por Brasil, se fue a Kuwait, regresó al país para jugar en el Boca correntino y en el 2014 recaló en el Sportivo Italiano, logrando un ascenso. En el 2018 firmó para el “Docke” y continuó tan apasionado por jugar, como aquel chico que forjaron los clubes y las calles de los barrios del partido de Lanús. En el 2019 le puso fin a su carrera en el Sportivo Dock Sud, pero sigue jugando, ahora en el club más contenedor de todos: su familia. 


Alexandro, el motorman y último heredero

Ser el tercer varón de una familia puede tener sus pros y contras. Libertades y restricciones en el marco de las vivencias de los hermanos mayores. Cuatro años después de “Rodri” y ocho de “Sebi”, llegó un 7 de septiembre de 1989 Alexandro Archubi, quien creció entre anécdotas de pelotas ovaladas y redondas. La decisión del “Chula” fue el papi fútbol que jugó hasta los catorce en el Club Lafuente. Hoy junto a sus amigos compite en torneos de once y se destaca como goleador. Según su hermano “Seba”, “prefiere hacer un gol olímpico que ganar un partido”, afirmación que reconfirma ser un auténtico Archubi. “Alex” es maquinista de tren, dueño de una inmobiliaria y el más amateur del trío de hermanos. Tan pasional y terrenal como el apellido lo demanda porque el “jugar a la pelota”, es la forma de vivir el deporte como eligieron los Archubi.

En el mundo del rugby se ha escuchado que el “Bebe” Contemponi era mejor que los mellizos Manu y Felipe. Esos rumores que pudieron nacer en los pasillos de Newman, se reprodujeron en el boca a boca que invitan a análisis absurdos. O como el que sobrevuela en Lanús sobre los hermanos Enrique. El “Loco” Carlos fue campeón Intercontinental con Independiente, el “Negro” Héctor fue campeón en México ´86 y Rubén llegó a la Primera de Brown de Adrogué, pero “el mejor fue Ramón Enrique”, se sentencia sobre el “diez” que brilló en Lanús y que lo opacó una fuerte lesión. Como si fuera un precepto de la sociedad deportiva encontrar a un “mejor” entre hermanos. En cuanto al clan Archubi, tampoco podemos dilucidar quién es el mejor. Sí podemos afirmar que poseen los genes que sólo te puede acuñar la facultad de la calle. Que poseen la sangre y picardía de los atorrantes que quieren jugar y “jugar a la pelota”, sin importar si es ovalada o redonda.




Fotógrafo: Gentileza de Florencia Santovito Duronéa y familia Archubi.

Fuente: José Luis López Núñez – Rugby Champagne.

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